- Julio Norberto Pernús Santiago
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El cine religioso de calidad “ha desaparecido”
Por Julio Pernús
A los premios Óscar en los últimos cinco años, le faltan películas de religión entre sus ganadoras. De lunes a viernes realizó un programa radial junto a Rosy Torres, amante del cine, ella me diría que no es bueno mezclar la fe con los Óscar, pero Dios debería formar parte de cualquier actividad con más de 20 millones en audiencia en vivo. Fijémonos que entre los momentos de mayor impacto en la producción, destacó el luchador de la WWF y actor John Cena, posando desnudo en la ceremonia en apoyo a la protesta del sindicato de diseñadores de vestuario bajo el lema 'You're naked without us" (sin nosotros estás desnudo), y Ryan Gosling que se puso de nuevo el traje de Ken para interpretar "I'm just Ken". Pero, el tema de la religión no formó parte de ningún bloque, tal parece, “Dios no es comercial”.
Valoro que los Óscar se muestren comprometidos seriamente con las causas políticas y sociales para que los consumidores del cine se sientan identificados con su filosofía. No dejo de notar que se habló y premió un documental sobre Ucrania, pero nadie mencionó Haití, un estado fallido víctima en estos momentos de una guerra civil. El cine religioso debe reinventarse, Ben-Hur (1959), Carros de fuego (1981) son algunos de los clásicos ganadores que, por ejemplo, tuvo a La Pasión, protagonizada por Mel Gibson, como una de las últimas películas cristianas con varias nominaciones.
Lo religioso asiste en los momentos de profunda desesperación para darle un sentido esperanzador incluso a la muerte y al miedo. Los cristianos del mundo entero esperamos que para el 2024 salgan más películas de corte religioso con calidad, así, la próxima gala de los Óscar y la industria cinematográfica nos tendrá más presentes en sus premicaciones. Contamos en nuestro elenco con el “influencer” más importante de la historia de humanidad, Jesús.
- Julio Norberto Pernús Santiago
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Le dedico mi silencio: el debate sobre la fe de un novelista llamado Vargas Llosa
Por Julio Pernús
Los espacios vacíos siempre son difíciles para un migrante que ya de por sí debe desalojar de su vida los lugares donde fue feliz en su nación. Por eso me demoraba en leer Le dedico mi silencio del premio nobel peruano Mario Vargas Llosa. En su epílogo, el autor de La fiesta del chivo y Conversación en la catedral plasmó su retiro oficial de un género al que él y otros escritores del boom latinoamericano de la década del 60 del siglo XX, le dieron sin dudas un cuerpo especial. Sin embargo, en el abismo de la vida, el peruano no quiso salir sin plantearnos a sus lectores los pormenores de un tema transversal a nuestra especie: la fe.
Toño Azpilcueta, personaje nuclear de Le dedico mi silencio, se convierte por momentos en una especie del alter ego de un Vargas Llosa en el atardecer de su vida y comienza a preguntarse sobre qué es la fe, el papel de la religión católica como palanca cultural que logra unificar todo el continente español. El autor, por momentos, muestra su parecer nihilista que trata de ver en la conceptualización instrumentalizada de Dios una construcción del poder colonial europeo para dominar los pueblos originarios como el inca, pero luego vuelve a preguntarse si habrá una vida después de la muerte y termina reflexionando que creer que sí, no lo hace ningún daño a la humanidad y sus lectores.
Lalo Molfino, gran músico peruano que sirve de hilo conductor para un utópico escritor como Azpilcueta, es un personaje que toma su apellido de un sacerdote que le rescató de un basural. También la obra menciona a frailes dominicos como Bartolomé de las Casas en esas disquisiciones históricas sobre si los indios tenían alma. En este último viaje de su prosa de ficción por su patria grande, América, Vargas Llosa, con nostalgia, le dice a sus lectores que el arte, la música, la poesía, son los que van a salvar y unir nuestras naciones, pero también deja ver que la fe no se agota en la vida y que él, parado en el precipicio de su existencia, mira con nostalgia a Dios.
A igual que Nietzsche, Vargas Llosa no se cansa de hacerse preguntas fundamentales sobre la existencia, pero en contraposición al filósofo alemán, el peruano desea dejar una ventana de esperanza sobre la posibilidad de que su alma no descansará con la muerte. Al cerrar Le dedico mi silencio sentí un vacío como cuando en aquellas películas vikingas veíamos partir el cuerpo del ser querido en la barca que era llenada de flechas encendidas por la comunidad como símbolo de agradecimiento.
- Julio Norberto Pernús Santiago
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La Sociedad la Nieve muestra un milagro de fe
Por Julio Pernús
Aunque no es una película religiosa, La Sociedad de la Nieve (Society of the Snow) J.A. Bayona, Netflix 2024, con dos nominaciones a los Oscars, incluyendo mejor película extranjera, devela una historia de fe. Enzo Vogrincic, quien aporta la humanidad necesaria encarnando al estudiante de derecho Numa Turcatti que ofrece la narración en voz en off, nos da la oportunidad de hundirnos en las profundidades de un cristiano cuando la fe y la esperanza de la vida parecen desaparecer. En 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a un equipo de rugby a Chile, se estrella en un glaciar en el corazón de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobreviven al accidente. Atrapados en uno de los entornos más inaccesibles y hostiles del planeta, se ven también acogidos por la presencia de Dios en varias de sus acciones.
Desde el comienzo el elemento católico desea ser parte del relato, pues se presenta Turcatti dentro de una Iglesia comulgando antes de salir a realizar aquel fatídico viaje. Cada golpe de sus amigos que van dejando su vida en aquel frío paraje, lejos de espantar la fe de su alma, hacen que el joven termine concediéndonos la certeza de aquella reflexión tan necesario de ViKtor Frankl en los campos de concentración nazi: “ en medio de la situación de mayor hostilidad, también hay seres humanos que comparten y entregan su vida para demostrando que el mal no tiene la última palabra”.
Sobre las actuaciones y su trama, la crítica ha emitido diversos puntos de vista. pero la audiencia la ha mantenido casi desde que comenzó el año en la posción cimera de una de las plataformas de streaming de mayor popularidad del país. Un tema poco agotado es el de la religiosidad de esos supervivientes. Tengo pendiente leer el libro de Pablo Vierci pero desde que salió la primera versión cinematográfica, uno de los elelemtnos que va cayendo sobre cada momento del accionar de los protagonistas es que incluso en actos de supervivencia extrema descubren la mano de Dios.
Sin hacerles spoiler, creo que no debemos pasar por alto la semejanza en el acto final de Turcatti en la Sociedad de la Nieve y el gesto de Jesús en la última cena. Los milagros son muchas veces acciones extraordinarias de la cotidianidad que impulsan una actitud diferente a la que marca el pensamiento común. Solo un amor encarnado en el prójimo, puede hacer que el brille la fe en medio de esa sociedad tan oscura de la nieve que arropaba la realidad de esos jóvenes.
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Mar 20, 10:26 am
El cine religioso de calidad “ha desaparecido”
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Feb 28, 12:14 pm
Le dedico mi silencio: el debate sobre la fe de un novelista llamado Vargas Llosa
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Ene 24, 11:44 am
La Sociedad la Nieve muestra un milagro de fe
- Julio Norberto Pernús Santiago
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