A continuación compartimos el comunicado emitido por la Compañía de Jesús en República Dominicana,  mediante el cual reafirma su apoyo a la lucha contra la corrupción y la impunidad. 

Compañía de Jesús
Provincia de las Antillas
ANTP_ 17-25/ 11 de julio, 2017

LA COMPAÑIA DE JESÚS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA: CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD

En el año 1975 la Compañía de Jesús, reunida en la Congregación General 32, a la luz del Concilio Vaticano II, sintetizó el modo que comprendía su misión, desde la Iglesia y en profundo compromiso con la humanidad, de la siguiente manera: La misión de lo Compañía de Jesús hoy es el servicio de la fe, del que lo promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta, en cuanto forma parte de la reconciliación de las hombres exigida para la reconciliación de ellos mismos con Dios[1]. En dicha formulación se abrazan dos dimensiones vitales de la vida cristiana: la fe que nos abre al encuentro con el Dios de la vida y la justicia que nos hace propiciar relaciones con el prójimo desde la equidad que nos da la dignidad compartida. La experiencia vivida durante la Congregación General 32 nos impulsó a repensar nuestras estructuras y a comprometemos en la construcción, junto con otros, de un mundo más justo y más humano. Hoy seguimos confirmando esta invitación de Dios para nosotros.

Nuestra fe en el evangelio de Jesús, el compromiso social al que nos lanza el magisterio social de la Iglesia, los mensajes de los obispos dominicanos y nuestro profundo amor por el pueblo han hecho que como jesuitas nos comprometamos a caminar junto a muchos movimientos y grupos organizados cuyo criterio común es la búsqueda de un mejor país para todos. Esto lo hemos venido realizando desde nuestras obras educativas, emisoras de radio, centros de espiritualidad, parroquias y centros sociales. En coherencia con la misión que definirnos desde hace más de 40 años, hemos querido caminar con nuestro pueblo desde las organizaciones campesinas y barriales, y en las luchas populares por los justos reclamos de los derechos ciudadanos[2]. Hoy, al ver crecer en la República Dominicana el deseo profundo de cambiar la realidad de corrupción e impunidad que impera en nuestra sociedad, nuestra fe nos anima a continuar sumándonos a esta lucha social y popular por un país donde la institucionalidad, la honestidad y la justicia imparcial sean la base de una vida digna para todos. Por eso nos unimos plenamente a nuestros obispos cuando dicen: De cara a lo oleada de corrupción que afecta la convivencia pacífica, hagamos mayores esfuerzos por la Institucionalización de la Justicia, de modo que nadie pueda ir a los cargos públicos a enriquecerse ilícitamente y de manera impune, con lo que se priva a amplios sectores de la población del acceso a la alimentación, salud, educación y la vivienda. En este sentido, vemos con buenos ojos el hecho de que cada vez más la ciudadanía se empodera y toma parte cada vez más activa en la lucha contra la corrupción[3].

La corrupción en nuestro país ha calado de tal manera que permea todas las estructuras sociales. La corrupción rompe de manera directa con el proyecto de Dios para la humanidad porque hace que las relaciones con las personas y las cosas se transformen en espacios de explotación y muerte, en especial, al entablarse una relación idólatra con el dinero y el poder. Por ello no podernos dejar de afirmar que la corrupción nos deshumaniza transformándonos en seres alejados del sueño de Dios para la humanidad. Por otro lado, la impunidad es el caldo de cultivo para una cultura de la corrupción. No podernos continuar con un sistema jurídico, político y económico que fomente la impunidad de aquellos que delinquen porque es lo que corroe todo propósito de enmienda corno personas y como país, además de ahogar toda iniciativa de institucionalización y lucha anticorrupción. No debemos poner paños tibios ni minimizar los actos de corrupción ni de impunidad porque ello as robarle la posibilidad a las generaciones presentes y futuras de un mundo más justo y humano, y significaría apostar por una cultura de muerte donde el robo, los sobornos, el aprovechamiento de los recursos del Estado y la explotación indiscriminada de nuestros recursos humanos, económicos y naturales sean la manera de vivir. Queremos vivir en un país donde haya “vida en abundancia”[4] para todos.

Ahora bien, el hecho de que la corrupción en República Dominicana haya alcanzado una dimensión estructural no quiere decir que sea razón para desanimarnos o caer en conformismos, ya que esto solo nos empujaría al desentendimiento y a la irresponsabilidad social, dejando el campo abierto a la libre acción de aquellos que fomentan la corrupción y la impunidad. ¡No podemos jamás renunciar a nuestra responsabilidad en la transformación da nuestra realidad nacional en una libre de corrupción e impunidad! Los jesuitas queremos seguir unidos y trabajar junto a aquellos que apuestan por un país distinto donde imperen las relaciones justas y la institucionalidad, donde haya un sistema judicial y político que condene la corrupción y se valore el régimen de consecuencia. Nosotros podemos unirnos como nación para vencer este flagelo que no solo crea enormes brechas de desigualdad, sino que también destruye consigo la vida de los más vulnerables.

Tenemos plena confianza de que podemos trabajar como nación por una educación de calidad y en valores, por el trabajo digno para todos, por un sistema de salud accesible, de calidad y humano, por el respeto por los derechos humanos y ciudadanos, por la equidad en las oportunidades, por una reforma del poder judicial que permita una justicia verdaderamente imparcial y por una ley de partidos que ayude a potenciar, articular y confiar en nuestro sistema electoral y democrático, dando así voz a todos los actores sociales que confluyen en el país.

Queremos agradecer públicamente a tantos hombres y mujeres, en especial a los jóvenes, que nos han ayudado a mantener viva la esperanza de un país más justo para todos. Querernos caminar con ustedes en la búsqueda de los mecanismos necesarios para que este sueño se haga realidad. Sabernos que el desafío es grande, el mismo Papa Francisco nos dice: Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares[5]. No podernos pensar que estamos exentos de la corrupción, por eso también querernos pedirles que nos ayuden a vivir más coherentemente esta lucha que es de todos, a predicar con el ejemplo, como ciudadanos y como cristianos. Ayúdennos a ser cada día más fieles a Jesús.

Hoy la manifestación más palpable del compromiso del pueblo contra la corrupción y la impunidad es la Marcha Verde, pero sabemos que hay y habrá otras muchas iniciativas de diversa índole que se irán suscitando en contra de estos males. La Compañía de Jesús en la República Dominicana, siendo fiel a nuestra fe y a nuestra historia, quiere continuar tendiendo una mano solidaria a estos movimientos sociales y populares. De este modo, reafirmarnos nuestro apoyo directo, activo y creativo al movimiento social y popular contra la corrupción y la Impunidad.

Animamos a aquellas personas vinculadas a la Compañía de Jesús, a la espiritualidad ignaciana y a toda persona de buena voluntad en República Dominicana a que apoyemos y eduquemos desde los gestos concretos de ciudadanía que buscan transformar nuestro país en uno libre de corrupción e impunidad. No nos dejemos vencer por la desesperanza y gestemos juntos un país más justo para todos.