Lunes, 03 Noviembre 2014 04:18

Un tropel de gente entre pacas y baratijas

Written by
Rate this item
(0 votes)

SANTIAGO. Son las once de la mañana de un jueves y en el cielo no se atisba ni el amago de una nube. Es un día sofocante y en la calle 17 de Abril del barrio Pueblo Nuevo, un tropel de gente se moviliza entre los vehículos que transitan por la vía y entre mesas, carpas y mantas que contienen variadas mercancías, desde ropa y zapatos usados hasta jabones antisépticos y cremas blanqueadoras de piel.

En Santiago el jueves es el día de la "pulga" y entre 1,000 y 1,200 vendedores abarcan 10 cuadras -unos 500 metros- de la calle 17 de Abril y algunas áreas dentro del Mercado Modelo de Pueblo Nuevo ofertando artículos baratos, conforme a informaciones del departamento de Relaciones Públicas de la Alcaldía de Santiago. Los puestos pagan entre 25 y 100 pesos por día por el derecho a utilizar el espacio público y las recaudaciones por este concepto rondan los 70 mil pesos semanales, según la Alcaldía.

Dentro del mercado, en áreas techadas, también hay tiendas y espacios donde ofertan ropa nueva. Pero la Dirección de Relaciones Públicas de la Alcaldía explica que no puede ofrecer informaciones sobre la cantidad de comerciantes fijos del mercado, ni de los montos recaudados por el alquiler de los espacios, porque están realizando una auditoría para tener estadísticas precisas. Aunque los comercios fijos abren a diario, la afluencia de clientes llega con el jueves, cuenta Yokary Rodríguez, empleada de uno de los negocios que vende ropa nueva.

Aunque la Asociación de Comerciantes e Industriales de Santiago (ACIS) ha denunciado que los vendedores de la pulga -en su mayoría haitianos- regresan a su país al finalizar las ventas y que traen de allí las mercancías, casi todos los que accedieron a hablar con la prensa aseguran que viven en el lado este de la isla. Entre los vendedores hay quienes ofertan artículos nuevos comprados en almacenes o fábricas dominicanas y otros que se abastecen en el mercado binacional de Dajabón o en el mismo Pueblo Nuevo, donde también venden pacas al por mayor.

Amancio Charles sí vive en Haití, en Juana Méndez. Cada jueves paga 20 dólares a las autoridades migratorias para cruzar la frontera -tiene pasaporte- y otros 220 pesos para llegar a Santiago, donde vende calzados -comprados en almacenes de Santo Domingo- en un puesto en la calle 17 de Abril, propiedad de un dominicano. Antes, Amancio, de 30 años, vivía en Mao, provincia Valverde, y vendía en las calles mercancías que traía desde Haití, pero si las traslada de su país tiene que pagar a la Aduana. El joven -padre de tres hijos- cuenta que también comercia en Dajabón y cuando va al mercado de la pulga en Santiago le pagan comisiones por el flujo de ventas.

Aunque la mayoría de los vendedores son oriundos de Haití, también hay dominicanos. Norys Reyes es una de ellas, tiene 50 años "y un piquito" y desde hace 20 se gana la vida vendiendo ropa usada. Es de Loma de Cabrera, Dajabón, y cada martes sale de madrugada para Puerto Plata a ofertar su mercancía en el mercado de dos días de esta ciudad. Al finalizar su trabajo en el polo turístico, Norys parte hacia Santiago y desde las seis de la mañana de los jueves -hasta las seis de la tarde- vende blusas y camisas a 20 pesos y pantalones, a 30 a clientas como Rosa, que se traslada desde el Cruce de Guayacanes, Valverde, a comprar para sus tres hijos.

La mesa de Norys, ubicada después de atravesar las áreas techadas del mercado, es un barullo donde los clientes rebuscan hasta encontrar las piezas que necesitan. Eso hacen Rosa y otros compradores, mientras la vendedora se queja de que las ventas están bajas y de que es alto el precio que tiene que pagar por el espacio donde está su mesa -100 pesos-. "A veces los 100 pesos y el pasaje no se venden", se lamenta, porque para llegar a Santiago, la señora debe pagar unos 300 pesos de transporte, más 500 pesos al camión que le lleva las pacas compradas en el mercado binacional en Dajabón. La comerciante también se queja porque este jueves le robaron un saco con ropa en el área donde guardan lo que no se ha vendido al terminar el día de la pulga. Hace un mes, asegura, le sustrajeron otro.

Elise Etienne es haitiana, tiene su puesto en la calle 17 de Abril y luce una expresión mustia al decir que no hay dinero, porque pese a que en el mercado hay mucha gente este jueves, las ventas están bajas. Sentada frente a la ropa interior que oferta en su mesa, bajo la mirada atenta de una hija, recuerda que desde hace ocho años acude al mercado de los jueves en Pueblo Nuevo y ahora también va los viernes al que se forma cerca del Parque Víctor Espaillat Mera, de la Corporación Zona Franca Santiago, la zona por donde vive. Así colabora con su marido, un empleado de la construcción, para mantener a sus cinco hijos.

La vendedora compra la mercancía en el mismo mercado de Pueblo Nuevo porque, indica, abastecerse en el mercado binacional de Dajabón resultaría costoso para ella, pues un pasaje de ida le cuesta entre 250 y 280 pesos.

Pero no sólo la ropa se vende en Pueblo Nuevo. En la mesa de Ana Lima, en la calle 17 de Abril, se esparcen variedades de cremas blanqueadoras de la piel y que eliminan puntos negros; jabones germicidas, antisépticos y de tocador, cremas para bloqueo solar y corporales, y productos para cambiar el color del pelo.

Ana es haitiana, vive en Puerto Plata y cada miércoles se traslada a Santiago para esperar que abra el mercado el día siguiente, donde acude desde hace dos años. A las 11 de la mañana, la comerciante dice haber vendido ya unos seis mil pesos porque también es mayorista. Según Lima, los artículos que oferta los manda a comprar a Haití.

En el mercado de la pulga, las mercancías también ambulan hasta encontrar un cliente. Ahora suena una güira, motores acelerando y bocinas de coches, mientras Marcelino Charles, de 39 años, camina por la vía con varias camisetas blancas para niños, un paquete de correas y carteras de tela, que dice comprar en fábricas dominicanas. Desde hace unos seis años, Marcelino vive en el distrito municipal Hato del Yaque, al suroeste de Santiago, y trabaja en el sector de la construcción cuando lo contratan.

Oriundo de Limbé, Cabo Haitiano, Charles vende unos 800 pesos cada jueves en el mercado, a donde va desde hace tres meses. Con voz alborozada cuenta que tiene un hijo de 15 años, a su madre y a su hermana en su pueblo natal, donde trata de enviar entre 1,500 y 2,000 pesos cada dos o tres meses.

Pese a que es ambulante y sólo los espacios deben pagar una cuota a la Alcaldía, el vendedor se queja de que a veces los miembros de la seguridad del mercado le cobran 50 pesos para dejarlo vender sus artículos.

"Tá mala la economía", dice Marcelino, pero el calor, las bajas ventas y las dificultades que enfrenta en el mercado no aminoran el ánimo con el que anuncia sus camisetas, correas y carteras.

Cuando se acerca el mediodía y suben las temperaturas, en las aceras de la calle 17 de Abril y el Camino Del Ejido, entre la avenida J. Armando Bermúdez y la calle 10 del Reparto Perelló -hasta donde llega la pulga- abundan las botellas de agua vacías y las fundas transparentes que contenían mercancías vendidas por comerciantes que ya desmontaron sus puestos y se marcharon... hasta el próximo jueves.

Fuente Diariolibre.com

Read 1554 times

Leave a comment

Make sure you enter all the required information, indicated by an asterisk (*). HTML code is not allowed.

© 2018 Magis FM. Todos los derechos reservados.Diseño y desarrollo Zagirova Design

Search