Por Alexander Vallejo
Las particularidades de la oración ignaciana y la ayuda que esta brinda para ejercitar el espíritu, invitando a la reflexión, la meditación y la contemplación a Jesús en un momento personal, donde el silencio sustituye las palabras, fueron abordadas por los pastoralistas Nereida Noriega y Luis Quezada en el espacio Loyola Es Pastoral de radio Magis 98.3 FM.
Quezada, quien también es docente del Instituto Politécnico Loyola, explicó que la oración ignaciana se desprende de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, a su vez inspirados en Dios, y que van guiando una praxis que se realiza externamente y a la vez nutre por dentro al orante. Agregó que esta oración "no se caracteriza por usar determinadas palabras o términos, sino por la conciencia de la persona de saber que está ante Dios, y contemplarlo".
El joven pastoralista resaltó que san Ignacio entendía que "así como se ejercita el cuerpo realizando cualquier actividad física, asimismo el espíritu se puede ejercitar a través de la oracion". Consideró que uno de los retos que tienen los seres humanos hoy día, es lograr mantener la comunión en medio de esa oración ante los ruidos auditivos y visuales que existen en el entorno, por lo que llamó a "aprender a hacer silencio" y tener el control de sus inquietudes.
De su lado, la pastoralista Nereyda recomendó que al momento de iniciar los Ejercicios Espirituales, hasta llegar a la oración ignaciana, "no se debe luchar contra los ruidos, sino abrazarlos, aprendiendo a silenciarnos, sin importar lo que sucede alrededor". Apuntó que este encuentro espiritual entre la persona y su Creador debe llevarnos a "orar desde la vida, presentando al Señor lo que estamos haciendo y hacia dónde vamos, para tener una conciencia clara del ayer y el ahora".
Noriega señaló que para iniciar los Ejercicios Espirituales y la oración ignaciana es bueno contar con un acompañamiento para ser orientado hasta alcanzar el discernimiento que ayude a ordenar su propia vida. Estos acompañantes deben ser personas prudentes y con experiencia en el tema, mayormente sacerdotes jesuitas y pastoralistas.
Indicó que dentro de la Comunidad Educativa Loyola se estimulan los Ejercicios Espirituales y la oración ignaciana en los estudiantes, desde los más pequeños hasta los más grandes, a través de la "interiorizacion del alumno",
