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EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL

Por P. Juan Ayala, S.J. - Tomado de Vida Cristiana (Cuba)

El acompañamiento espiritual es el cuidado pastoral que pretende ayudar a otra persona para que esté más atenta a las comunicaciones que Dios establece con ella. En este sentido, el acompañamiento espiritual representa un apoyo sistemático al desarrollo espiritual de la persona acompañada. Hay que destacar que el acompañamiento está intrínsecamente unido al discernimiento; por ende, es un espacio para ir identificando las iniciativas del buen espíritu (mociones) y las tretas o trampas del mal espíritu.

Acompañar no es dirigir, sino ser mediación para que el Espíritu se manifieste. No se puede sustituir al Espíritu. El que acompaña orienta, pero no influye en la decisión. El objetivo central del acompañamiento espiritual es compartir con una persona de confianza la experiencia de Dios que se ha ido teniendo en la cotidianidad de la vida. Y esa persona debe posee profundidad espiritual, madurez psicoafectiva, don de escucha, intuición y capacidad para aconsejar y dejarse guiar por el Espíritu. 

Perfil del acompañante:

  • •Dotes naturales: se manifiestan, principalmente, en una fuerza interna que invita a esa tarea y dispone a la escucha. Esta fuerza interna se confirma porque es buscado por otras personas que le confían su intimidad, le comparten el rumbo de su vida, creen en su capacidad para ayudar y se dejan interpelar, confrontar por él.

  • •Personalidad capaz de gran humanidad: quien acompaña debe ser una persona con un excedente de humanidad. Dicho excedente se expresa en el modo de ser de la persona que acompaña, por medio de sus actitudes en general, pero, sobre todo, se traduce en la propia expresión corporal.

  • • Conciencia de ser el rostro cercano de Dios para el acompañado: el o la acompañante tiene que ir haciendo suyas las características del Dios de Jesús, por medio del encuentro constante y cercano con Él.

  • • Conciencia, convencimiento y experiencia de ser pecador perdonado: es una persona que ha experimentado su pecado y, sin embargo, tiene la experiencia de haber sido salvado. Es alguien a quien el perdón se le convierte en misión, pues no es a pesar de ser pecador, sino precisamente por ello (1 Cor 1, 26-29), que Dios le concede esta misión.

¿Quiénes pueden acompañar? Todas aquellas personas que ha recibido el don para acompañar; por ende, no es una misión exclusiva de los sacerdotes, pues no todos los ordenados poseen el don de acompañar. Es un servicio pastoral que no está vinculado intrínsecamente al sacerdocio, sino que es fruto de un regalo concedido por Dios a determinadas personas. En este sentido, hay que distinguir el acompañamiento y la confesión. Esta última es un sacramento que solo puede ser administrado por los sacerdotes. El acompañamiento es una gracia que Dios concede a determinadas personas, las cuales pueden ser sacerdotes, religiosos y religiosas, y también laicos... En síntesis, el acompañamiento va en la línea de hacer camino con otro, es un apoyo en el proceso continuo de discernimiento cotidiano; la confesión es un encuentro puntual en la línea de la reconciliación de los pecados.

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