El juez Mahmud al Rashidi puso el sábado por la mañana el último clavo en el ataúd de la revolución egipcia de 2011. El magistrado ha absuelto presidente depuesto Hosni Mubarak, a su ministro del Interior, Habib al Adly, y a seis altos cargos policiales de la muerte de centenares de manifestantes durante las protestas populares que acabaron con sus tres décadas en el poder.
El ex dictador había sido ya condenado a cadena perpetua por estos mismos cargos en 2012, pero un tribunal de casación declaró nulo el proceso y ordenó su repetición. La sentencia representa el fin del ciclo revolucionario y simboliza el pleno retorno del antiguo régimen, hoy liderado por Abdelfattá al Sisi, el general que ejecutó un golpe de Estado el verano pasado contra el islamista Mohamed Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en Egipto.
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En el proceso fallado este sábado, Mubarak también era juzgado, junto a sus dos hijos, Gamal y Alá, y el magnate Hussein Salem, residente en España, por cargos de corrupción por el acuerdo de exportación de gas a Israel a un precio inferior al del mercado internacional. Todos los acusados también fueron absueltos de estos cargos en un fallo judicial de 1.430 páginas, que según el juez Rashidi, será colgado en Internet.
Sin embargo, no es de esperar que sean muchos egipcios que se tomen la molestia de descargarse la larga sentencia. Aunque la última sesión de juicio a Mubarak fue televisada, con la inscripción "el juicio del siglo" en el margen izquierdo de la pantalla, ya hace tiempo que la expectación inicial de la ciudadanía fue decayendo a medida que la transición se sumergía en el caos político y la violencia callejera. A las puertas de la Academia de Polícia, convertida en la sede del proceso por cuestiones de seguridad, había más periodistas que seguidores del ex dictador o familiares de las víctimas.
Mubarak, de 86 años, fue trasladado en helicóptero al tribunal desde una clínica militar del barrio cairota de Maadi, donde cumple una condena de tres años de cárcel por malversación de fondos públicos dictada el pasado mayo. Una vez más, el ex dictador entró en silla de ruedas en la jaula de los acusados luciendo sus habituales gafas de sol y cara de póker. Sin embargo, sí sonrió tras escuchar su absolución, mientras el jolgorio se apoderaba de la sala, y sus colaboradores, hijos y abogados se abrazaban.
Desde su inicio a causa de la presión popular en primavera del 2011, el juicio a Mubarak ha estado plagado de controversias y problemas, entre ellos, la falta de colaboración por parte del ministerio del Interior y los servicios de Inteligencia. Precisamente, la debilidad de las pruebas contra el ex presidente -algunas fueron destruidas, según la prensa local- motivó la anulación del primer juicio. Probablemente, esta vez serán los abogados de las víctimas quienes recurran la sentencia ante un tribunal de casación. Al folletín del proceso a Mubarak aún le puede quedar algún nuevo capítulo, si bien ya nadie se imagina al ex dictador entre rejas.
Fuente:elpais.es