Jaclin Campos
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Santo Domingo
Desde el 2003 el Colegio Loyola se abocó a una serie de mejoras a fin de adecuarse a los desafíos de los nuevos tiempos.
Como parte de esos cambios, puso en marcha en 2011 el proyecto Pedagogía del Cuidado y la Reconciliación (PCR), práctica escolar en que la comunidad educativa asume la convivencia como valor fundamental.
¿Por qué incluir este tema como parte de sus estrategias de fortalecimiento? Porque, a decir del padre Pedro Francisco Lluveres, rector del centro, el desafío principal que enfrenta la sociedad de hoy es la convivencia.
"Tú puedes introducir toda la tecnología, todos los medios, todos los recursos, si falta la convivencia es muy difícil el trabajo en equipo, la humanización de la educación", explica Lluveres.
Considera que los dominicanos albergan mucho dolor y frustraciones que, de no manejarse en espacios de convivencia y crecimiento, brotan y se traducen en agresiones verbales y físicas.
Contra el maltrato
La escuela no es ajena a la violencia que impera en la sociedad. Sus actores pueden llevar hasta ella los conflictos que viven en su entorno.
"Si nosotros permitimos situaciones de opresión y maltrato en las instituciones educativas todo eso va a repercutir en la sociedad", expresa Lluveres.
Construir la paz desde el aula
Identificar las debilidades propias es el primer paso para cambiar. Antes de iniciar en 2011 el proyecto Pedagogía del Cuidado y la Reconciliación (PCR), el Colegio Loyola hizo un diagnóstico de su realidad.
"Nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado por así decirlo en el siglo pasado en la forma de manejar la disciplina", cuenta su rector Pedro Francisco Lluveres.
El primer paso lógico fue profundizar en la filosofía que rige a los más de 2,000 colegios de la Compañía de Jesús en el mundo: la pedagogía ignaciana.
Continuó por aplicar el efecto pigmalión (que plantea que una persona puede influir en el rendimiento de otra persona) las teorías del educador brasileño Paulo Freire y la introducción, en 2007, de los talleres Escuelas de Perdón y Reconciliación (Espere), creados por la Fundación para la Reconciliación, organización fundada en Colombia por el padre Leonel Narváez.
Esta fundación invitó al Loyola a sumarse al proyecto piloto de la PCR, en el cual participarían otras seis escuelas en Colombia, Perú, Argentina y México.
"Nos dimos cuenta de que hay situaciones en las que se tiene que dar un paso mayor", narra Lluveres. "La realidad de agresividad y violencia que se viene dando en nuestra sociedad nos llevó a buscar herramientas y la herramienta principal la encontramos en la Pedagogía del Cuidado y la Reconciliación".
Componentes
Madeleyni Lorenzo, directora de Gestión Humana y líder del proyecto, señala que la PCR tiene varios componentes: promoción de la ética del cuidado, desarrollo socioemocional del docente, justicia restaurativa, construcción de verdad y acuerdos.
Para promover entre los profesores el cuidado de su alumnado estos deben antes pasar por un proceso de restauración personal, por eso la institución organiza los talleres Espere.
"Un docente sano -dice Lorenzo- propicia un ambiente favorable para el alumno".
Vinicio Cubilette, coordinador de la Pastoral del Colegio Loyola y quien tiene ocho años en la institución, corrobora con ella.
Cuenta que, si bien la filosofía ignaciana se centra en el individuo, al entrar en esta dinámica el colegio enriqueció su modelo pedagógico.
"El colegio brinda acompañamiento a las personas que somos parte de la institución", comenta Cubilette. "No nos sentimos como empleados, sino como que esta es una familia".
Expresa que, al recibir apoyo en los momentos de dificultad o cuando requieren continuar su formación, los miembros del personal se sienten cuidados y, en consecuencia, cuidan de los alumnos.
Según Lluveres, el proyecto ha conllevado cambios como la descentralización de la gestión, mejora salarial, fortalecimiento de la cooperativa, acompañamiento en el duelo y apoyo para estudios de postgrado.
Disciplina
Sobre el componente de la justicia restaurativa, Lorenzo comenta que al docente, "un eje central en el proyecto", se le entrena para que pase de lo punitivo a lo restaurativo.
En tanto que la construcción de verdad implica aceptar, en caso de conflictos, tanto la versión de la víctima como la del victimario.
"Va en la línea de crear una cultura de perdón y reconciliación", afirma Lorenzo.
En términos disciplinarios, la PCR ha venido a sustituir la disciplina punitiva de la sanción y la expulsión pura y simple que, más que resolver un problema, revictimiza al alumno que generalmente presenta problemas de conducta porque viene de un hogar en el cual hay conflictos.
"Eso es algo contrario al evangelio -comenta Lluveres-. ¿Cuál es la práctica de Jesús? Deja las 99 y va detrás de la oveja perdida. ¿Quién necesita médico? Los enfermos".
De acuerdo con Lluveres, esto no implica renunciar a la disciplina humana, la cual es fundamental para el desarrollo del individuo y no tiene relación con el maltrato ni la opresión.
"La disciplina en la que nosotros creemos es la que levanta la dignidad del otro y la promueve", añade.
La disciplina punitiva ha sido sustituida por procesos de sanación y de acompañamiento psicológico y espiritual.
Esta nueva cultura ha dado resultados concretos. Los directivos informan que en el Loyola se han reducido los conflictos y las expulsiones pasaron de 50 por año a 2 en un plantel de alrededor de 900 estudiantes.
Todavía existe la posibilidad de recomendar cambiar a algún niño de institución por situaciones que el colegio no puede manejar. (( Gracias al proyecto Pedagogía del Cuidado y la Reconciliación, el Colegio Loyola ha reportado una reducción en los conflictos y las expulsiones, informan sus directivos.
La labor de multiplicación
Pedro Francisco Lluveres manifiesta su deseo de que el resto del sistema educativo dominicano replique este modelo y que esta nueva manera de educar genere un ambiente de paz, armonía y justicia.
Ocho centros educativos de Fe y Alegría, ONG de la Compañía de Jesús, comenzarán a aplicar el modelo de gestión del Colegio Loyola y recibirán asesoría de esta institución y acompañamiento de la Fundación para la Reconciliación.
La asesoría del Loyola implica la impartición de charlas y consultas, el seguimiento y, en resumen, tiempo.
"Si esto se quedara aquí sería egoísmo", concluye Lluveres.
Las voces de la experiencia
Los estudiantes Carlos Lavigne, de 17 años, y Leo Rey, de 16, participaron recientemente en uno de los talleres Espere.
"En años anteriores, cuando yo estaba más pequeño, era más autoritario el colegio", comenta Carlos Lavigne, de 17 años, quien estudia en el Loyola desde primaria y ahora cursa el cuarto de educación media.
"Se puede ver el cambio que hay en muchos de los profesores: cuando tú tienes un problema te escuchan y muchos profesores se han hecho, más que profesores, tus amigos", añade el joven.
Leo Rey, de 16 años y estudiante de cuarto de educación media, dice que, gracias a los talleres Espere que se imparten no solo a los docentes, sino también al alumnado, adquirió herramientas útiles para relacionarse con sus compañeros de estudio y en otros ambientes.
En el taller aprendió sobre el manejo de conflictos y de sentimientos como la ira, y aunque asegura que no ha necesitado usar este conocimiento para episodios importantes, sí le ha servido para sortear las diferencias de opiniones que se presentan en las asignaciones en grupo.
Madre y empleada
Clarissa Nina, asistente de Rectoría del centro educativo, es madre de 3 niños.
Cuando tuvo la oportunidad, cuenta, sacó a sus pequeños de un centro que se regía por el antiguo modelo estricto y los inscribió en el colegio Loyola, en el cual labora hace dos años.
En menos de una semana, asevera, notó el cambio.
"Ellos mismos dicen que el ambiente es más feliz, que los cuidan, que los motivan", manifiesta Nina.
Fuente:Listindiario.com