Yaniris López
San Juan y Elías Piña
Reunidas en el centro comunitario de la sección El Batey, a unos 21 kilómetros del centro de San Juan de la Maguana, decenas de familias reciben orientaciones sobre buenas prácticas de nutrición. Hombres, mujeres y niños escuchan con atención las recomendaciones que les hacen las promotoras de Mujeres en Desarrollo Dominicana (MUDE), que les visitan por tercera vez, y luego comparten una ensalada elaborada especialmente para la ocasión.
Los presentes en la reunión tienen algo en común: en el patio de sus casas, todos cuentan con un huerto de 35 metros cuadrados en el que cosechan vegetales y hortalizas.
El impacto que ha provocado en sus vidas la implementación de estos pequeños espacios verdes los convierte en protagonistas especiales del Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF, 2014).
Y todos forman parte del programa de Seguridad Alimentaria y Saneamiento que implementan en la región El Valle la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y REDDOM (Rural Economic Development Dominicana), específicamente en comunidades muy pobres de las provincias San Juan y Elías Piña.
¿Por qué pequeños huertos?
(( El programa que coordinan REDDOM y la USAID se propone "mejorar de manera sostenible las condiciones de vida de las familias de las comunidades seleccionadas en la región de El Valle a través del incremento en los ingresos, mejores prácticas de nutrición y de acceso a servicios de agua potable y saneamiento".
Una de las acciones principales del programa es el desarrollo de huertos y pequeñas granjas con enfoque orgánico que servirán de base para promover la diversidad dietética.
¡Cosecha de 2 su huerto!
Mientras trabajaban en proyectos agrícolas con productores de café de la región de El Valle, REDDOM decidió que, además de ayudar a los productores, debían mejorar las condiciones de vida de sus familias. Así nació el programa de seguridad alimentaria que incluía el desarrollo de los huertos familiares.
Para implementarlo, se auxilian en socios estratégicos que ya trabajan en las comunidades, como la Federación de Caficultores y Agricultores para el Desarrollo de San Juan Inc. (Fecadesj) en El Catey y Elías Piña y la pastoral social de la parroquia San Pedro Apóstol en las comunidades de El Cercado (Batista, La Guázara y La Vereda).
La tarea más difícil, admite Juan Fragoso, del equipo técnico de apoyo al programa por parte de Fecadesj, fue convencer a los comunitarios de que se trataba de un programa de inversión compartida que sólo traería beneficios a las familias y a la comunidad.
"No tenían ese hábito. Las hortalizas que consumían no se producían aquí, las compraban en San Juan o alguien venía a vendérselas aquí al pueblo".
Los primeros huertos comenzaron a ejecutarse en octubre de 2013 en las comunidades de El Cercado, explica Mistral Valenzuela, asistente de nutrición y seguridad alimentaria de REDDOM en el Suroeste. Su función es velar para que el beneficiario de un huerto en las comunidades El Batey y El Cercado (en San Juan) y Sabana Mula (en Elías Piña) produzca y consuma.
También gestiona que a los usuarios no les falten las semillas, las herramientas y los medios para poner a producir su huerto.
Unos 380 huertos familiares han sido implementados en estas comunidades. La meta es que lleguen a 500, dice Valenzuela.
La fundación les provee de los insumos y les brinda soporte técnico. El beneficiario se encarga de ayudar en la construcción y el mantenimiento del huerto. Como se trata de vegetales de ciclo corto, en un mes ya pueden empezar a cosechar lo sembrado.
"En la parcela escuela convocamos por sector, vienen grupos de 15 a 20 beneficiarios. Aquí aprenden a preparar el cantero, a trasplantar y en caso de siembra directa aprenden a sembrar", explica Fragoso.
Alimentación adecuada
Victoria Cruz, gerente el programa de desarrollo social de Mujeres para el Desarrollo Dominicana (MUDE), habla del éxito de la campaña de nutrición que realiza esta institución para REDDOM.
"La idea es que ellos aprendan a utilizar los alimentos de producción local y que además lo hagan de una manera higiénica, para evitar no solamente enfermedades de origen hídrico sino también que puedan mejorar su calidad de vida. Una buena alimentación es la base de la salud. Estamos trabajando con promotoras de la misma comunidad. Al final el proyecto pretende que las familias utilicen a mayor escala los alimentos del huerto, que puedan disponer de alimentos durante todo el año y que sean preparados con calidad, que ellos sientan que la economía del hogar también va a mejorar".
La recepción de la comunidad ha sido excelente, asegura Cruz.
"Antes del proyecto les faltaba orientación. Muchas veces venden una fruta para comprar un sobre de sabor artificial o venden huevos para comprar pasta. La idea es que utilicen la alimentación de manera adecuada a favor de la salud individual, familiar y comunitaria".
En las jornadas de sensibilización, sostiene Cruz, notaron que la gente de la comunidad tiene muchas creencias incorrectas respecto a la alimentación adecuada.
"Por eso estas jornadas son teóricas y prácticas. No solo se les habla de nutrición; el equipo de trabajo también les prepara platos con los productos que se cosechan en el huerto para mostrarles que la alimentación puede ser económica y de un alto contenido nutricional".
El Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP) está elaborando para la fundación un levantamiento sobre la desnutrición infantil en la región que les ayudará a seguir mejorando la campaña de nutrición.
Cosechar en el patio: motivos para celebrar
Los testimonios de los beneficiaros, entusiastas, esperanzadores, son parecidos.
La mayoría pensaba que los vegetales no se daban en sus tierras, o que no serían capaces de mantener el cantero.
Yaidelys Jiménez, una joven madre de Los Orozcos, dice que nunca pensó que en la tierra del paraje se dieran las hortalizas.
"Pensaba que solo se daba el maíz y los guandules. Hace dos meses y algo que tengo el huerto y no le di tiempo a las lechugas para comérmelas. Ahora tengo repollo, ají, un poco de cebolla y remolacha, y voy a sembrar lechuga otra vez. Me encanta el revoltillo de espinaca con huevo y no falto a las prácticas a menos que esté enferma".
Además de beneficiario, Adelio Ramírez es dirigente de la asociación comunitaria de agricultores de El Batey, una de las secciones más grandes de la provincia (pertenece al municipio San Juan de la Maguana y en su demarcación viven 992 familias). Aunque toda su vida había trabajado la agricultura, nunca se había dedicado a cultivar vegetales.
"No sabía cómo hacerlo. Estamos cambiando, vamos cambiando despacio", sonríe. Para los próximos días, él y su esposa Zuna esperan las primera producción de lechuga, repollo y otras hortalizas cosechadas en su propio huerto.
Fuente:listindiario.com