El trabajo dignifica. Pero hay oficios denigrantes que laceran la dignidad humana. Oficios pútridos, tan pestilentes como el sucio negocio de la basura, contaminado como los materiales reciclables que miles de buzos extraen después de estar en contacto con residuos en descomposición, con desechos hospitalarios, animales muertos, heces fecales y cristales rotos que le ensangrientan las manos.

Buzos embadurnados de mugre, que en el gigantesco basurero de El Tamarindo, en Santo Domingo Este (SDE), han quedado enganchados por palas mecánicas que los arrojan junto a los escombros a volquetas que conducen su maloliente carga a Duquesa.

Reciclaje informal. Las calles de la Capital y municipios de la provincia de Santo Domingo se llenan de recicladores informales que van y vienen entre dementes que escarban en zafacones buscando algo de comer y muchos otros a quienes momentáneamente el hambre perturba el juicio al extremo de alimentarse con restos de comida de un basurero, aunque al poco tiempo los vómitos y diarrea los deshidraten.