Sábado, 08 Noviembre 2014 03:43

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Narcotráfico en el Caribe. Una vieja ruta recupera su popularidad con los narcotraficantes.

El 9 de mayo las aduanas y los oficiales de protección de la frontera estadounidenses lanzaron un aeróstato - un globo atado - sobre las costas de Puerto Rico. Su trabajo es utilizar un radar para detectar aviones que vuelan bajo, barcos y embarcaciones pequeñas que transportan drogas en el mar hacia el sur. No es la primera vez que la isla, un territorio de los Estados Unidos, es hogar de un aeróstato: uno anterior se estrelló en una tormenta en el 2011. Ahora nuevamente necesita uno.

William Brownfield, un alto funcionario antidroga del Departamento de Estado, dice que 16% de la cocaína recibida en los Estados Unidos llegó el año pasado a través de las islas del Caribe. Eso es un aumento de 4% en relación al 2011. Para la importación de cocaína en Europa, el porcentaje es aún más alto.

El aumento del volumen de las drogas que llegan a través del Caribe es un ejemplo de lo que los expertos en drogas llaman el "efecto globo", la idea de que el aumento de la presión en una ruta de narcotráfico produce un abultamiento en otro lugar. Hasta hace poco la ruta preferida en dirección al norte para la cocaína de Sur América - principalmente vía Venezuela, después de los esfuerzos de interdicción de Colombia en los años de 1990 - era mediante un pequeño avión a Honduras. Los aviones vuelan una trayectoria con cambios abruptos - primero al norte, luego al oeste - para evitar el espacio aéreo colombiano; luego las drogas son transportadas por tierra u otros medios vía América Central y México.

El año pasado Honduras incrementó sus medidas contra los narcóticos. Los vuelos con drogas a América Central disminuyeron en una tercera parte y los traficantes fueron empujados al este a las islas caribeñas. Eso hace que una gran parte del tráfico de drogas cierre el círculo, de vuelta a los años de 1980 cuando traficantes como Pablo Escobar, un capo de la droga colombiano, utilizaba las islas como su ruta hacia el mercado. Es "probable que empeore antes de mejorar", le dijo Brownfield el pasado abril a un grupo de comisionados de policía caribeños.

Con frecuencia los traficantes trabajan con paquetes pequeños, moviéndolos en varios saltos (ver mapa). Algunos embarcan directamente desde la costa venezolana; otros van por tierra a través de la selva poco poblada de Guyana y Surinam, donde las fronteras prácticamente no tienen controles y los aviones pequeños pueden aterrizar en carreteras remotas o pistas de aterrizaje interiores.

El primer salto desde el continente es con frecuencia por lanchas rápidas, cargadas para viajes largos con tanques de combustible al igual que cocaína. En ocasiones la carga es de solo 50 kg, y en ocasiones más de una tonelada. El trayecto más rápido desde Venezuela es solo un asunto de minutos hasta Trinidad. La ruta más transitada es hacia el norte a la República Dominicana (Haití recibe parte del negocio, pero es caótico hasta para los traficantes). Hay otras rutas bien establecidas hacia la cadena oriental de islas del Caribe y hacia el oeste vía Jamaica.

Para la siguiente etapa del viaje, otra opción es utilizar mulas de drogas y tragadores de condones llenos de cocaína. Un flujo constante de yates y embarcaciones de recreo surcan las azules aguas entre las islas. Algunos cruzan el Atlántico, donde los controles europeos de los yates que llegan son laxos; algunos navegan hacia el norte. Las transferencia de bote a bote crean confusión; y los chequeos de aduanas con frecuencia son flojos. Los cruceros son atractivos porque la depuración es una pesadilla. Más de 6,000 pasajeros pueden abordar un solo barco después de un día atareado en el puerto, algunos cargados con sus compras. También deben chequear los suministros, la basura que se descarga y la tripulación.

Las drogas también se ocultan en carga comercial. Los grandes barcos de contenedores hacen escala en puertos de transbordo tales como Kingston en Jamaica o Freeport en Grand Bahamas. En la República Dominicana solo un puerto, Caucedo, está certificado bajo la Iniciativa de Seguridad de Contenedores que les permite a los oficiales de los Estados Unidos examinar la carga. Embarcaciones más pequeñas de algunos cientos de toneladas navegan desde el continente a las islas holandesas de Aruba y Curaçao, o desde Guyana al Caribe oriental.

Es probable que el destino final sea América del Norte o Europa, algunas veces vía África occidental. Puerto Rico es una estación de paso, físicamente en el Caribe pero dentro de las barreras aduanales de los Estados Unidos. Los territorios franceses de Martinica, Guadalupe y la Guinea Francesa hacen lo mismo para Europa.

Vuelta atrás

El repunte en volúmenes no es más que malas noticias para el Caribe. Pandillas internacionales, desde el grupo Sinaloa de México al italiano 'Ndrangheta, están cada vez más afianzados. Trabajan con contrapartes locales que pueden recibir su paga en especie con un porcentaje del embarque y quizás algunas armas. La demanda local para cocaína es baja; el mayor comercio en las islas es la marihuana. Pero la multiplicación de los embarques significa más miembros de pandillas y más oficiales que sobornar. El Caribe ya tiene algunas de las tasas de asesinatos más altas del mundo. El resurgimiento del narcotráfico no hará nada para reducirlas.

© 2014 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com

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