Jaclin Campos
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Santo Domingo
El dolor de espalda ocupa el primer lugar entre las causas de consulta médica en el mundo.
El dato, aportado por el endocrinólogo experto en enfermedades metabólicas óseas Juan Carlos Vargas Decamps, da una idea de la frecuencia con que se presentan las molestias músculo-esqueléticas o articulares y de la manera en que éstas perjudican a quien las padece.
El dolor -aunque nos alerta e indica que algo anda mal en el organismo e incluso nos enseña a mostrar empatía ante al sufrimiento de los demás- afecta la calidad de vida. Cuando se prolonga por meses, no sólo impide a la persona que lo experimenta desenvolverse con normalidad; también puede llevarla a sumergirse en un estado de depresión y desesperanza.
Tanto la medicina tradicional como la alternativa proponen terapias para combatir el dolor músculo-esquelético o articular. Una de ellas, surgida a mediados del siglo pasado, es la proloterapia.
Alivio para el dolor
En la etapa embrionaria, gracias a la acción de las células madre, el organismo regenera hasta en un cien por ciento el daño en los tejidos.
En la adultez la historia cambia. Tras una lesión en tejidos como los tendones o ligamentos, el organismo no repara el daño en su totalidad y esto es causa frecuente de dolor.
Un tratamiento que, aunque surgido a mediados del siglo pasado, es de reciente introducción en el país busca ayudar a las personas con dolor músculo-esquelético crónico a reparar el tejido dañado ya sea en la columna vertebral o en las articulaciones, y a superar así su molestia.
La proloterapia, nombre derivado de la expresión terapia proliferativa, se basa en la inyección de sustancias irritantes (principalmente dextrosa) que estimulan el sistema natural de curación del cuerpo.
"¿Qué queremos nosotros con la terapia proliferativa? Que el tejido que se forme sea exactamente igual que el que estaba antes", afirma Juan Carlos Vargas Decamps, endocrinólogo experto en enfermedades metabólicas óseas y director médico del Centro de Proloterapia Intensiva y Medicina Regenerativa.
Procedimiento
Tratándose de un fenómeno hasta cierto punto subjetivo como el dolor, antes de iniciar la proloterapia, el paciente responde cuestionarios sobre dolor, rigidez y funcionalidad.
Firma un consentimiento informado dando fe de que conoce los posibles efectos adversos de la terapia, que incluyen reacciones alérgicas, sinovitis, convulsiones y depresión respiratoria.
"La proloterapia puede tener efectos adversos, como todo en la vida", advierte Vargas Decamps.
La fase previa incluye la historia clínica y un examen físico exhaustivo.
"Dependiendo de ese examen físico, más lo que el paciente nos ha contado en la historia clínica, más los resultados de los cuestionarios, tomamos una decisión", explica el médico, quien determina así cuántas sesiones amerita la persona.
Sustancias
Si el paciente toma antiinflamatorios, debe suspenderlos al menos cuatro días antes de iniciar el tratamiento, pues estos contrarrestan la acción que se busca con la proloterapia.
Previo a la colocación de la solución, la zona a tratar se anestesia con un anestésico local en spray y en crema, se limpia con agua oxigenada y un antiséptico quirúrgico y se aplican las inyecciones.
La proloterapia se basa fundamentalmente en inyecciones de dextrosa, un tipo de glucosa extraída del maíz que actúa como un estimulante de la inflamación. No obstante, las inyecciones pueden incluir otras sustancias.
La lista abarca lidocaína, anestésico usado para disminuir el dolor de las inyecciones; sarapin, extracto de la "pitcher plant" (planta de la jarra) que reduce el dolor neuropático; manganeso, mineral que aumenta la respuesta inflamatoria de las inyecciones e interviene en la formación del cartílago y del líquido lubricante de las articulaciones; polidocanol, ácido graso que provoca un aumento de la respuesta inflamatoria; glucosamina, componente del cartílago; y hormona de crecimiento humano, que ayuda a la respuesta inflamatoria.
Dependiendo de la zona afectada, el médico determina cuáles de estas sustancias inyectar y en qué cantidad.
Tras la aplicación, el médico vuelve a limpiar la zona tratada y aplica calor local húmedo para producir vasodilatación y reducir la molestia.
Por espacio de hasta cinco días, la persona puede sentir algún tipo de molestia y, aunque está en capacidad de regresar a sus labores diarias habituales, no se le recomienda hacer ejercicio.
El promedio de sesiones oscila entre tres y seis, con tres semanas de espacio entre cada una; sin embargo, informa Vargas Decamps, cerca del 30 por ciento de los pacientes mejora tras la primera aplicación.
De igual modo, hay casos muy difíciles que requieren un número mayor de sesiones, "pero el 95 por ciento de las personas con entre tres y seis sesiones se mejoran".
La mejoría, dice, se mantiene a lo largo del tiempo, según ha podido comprobar su maestro y mentor, Ross Hauser, quien ha reportado el caso de pacientes que han permanecido bien hasta 18 años después de pasar por sus manos.
Eso no implica que no aparezca dolor en áreas distintas a las tratadas con la proloterapia.
El galeno recomienda a los pacientes que, luego de recuperarse, asuman un estilo de vida saludable. Eso implica hacer algún ejercicio, que aumenta la masa muscular y libera endorfinas, hormonas que producen una sensación de bienestar; tener una alimentación balanceada en la cual no falten las cantidades recomendadas de proteínas, que componen la estructura básica de músculos, tendones y otros tejidos; y cultivar el espíritu.
Fuente:listindiario.com