Decía el científico Albert Einstein: "Dar ejemplo no es la principal manera o forma de influenciar sobre los demás, es más bien, la única".
En el proceso de desarrollo gradual de cada persona, esta se construye desde el primer canal para su educación partiendo del ejemplo, ya que la capacidad de raciocinio se va forjando con los años y es asimilada de manera lenta, mientras que las imágenes son recibidas a través de las acciones y ellas van estructurando desde muy temprana edad a los individuos.
La realidad actual nos está exigiendo que debemos mantener una coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Todos necesitamos hacer más presente las acciones y menos las palabras, de manera que sean más visibles los hechos que las teorías.
Lo mismo sucede en la ruta de la formación a través de la educación. Esta debe apoyarse en la congruencia para evitar esa dicotomía entre lo que se trata de enseñar y el ejercicio de la práctica; lo que a su vez pueda causar distorsión en la capacidad comprensiva de quien recibe el mensaje.
Existen muchos hábitos insanos y personas de vida no ejemplar que, producto del mercado publicitario y sus constantes polémicas y escándalos, ejercen influencias negativas en las conductas de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. El mundo del consumismo, la práctica política mal ejercida, las conductas lascivas, actos de corrupción, violencia, responsabilidad, adicciones, relaciones inadecuadas, entre otras, deberían llevarnos a reflexionar.
Nuestra aspiración como sociedad debe ser la de alcanzar un estado de bienestar para todos y todas, pero esto debe ser edificado en la sólida plataforma de valores positivos ejemplarizadores, porque como decía un autor anónimo: "Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra".
Propiciemos el ejemplo que aporta resultados excepcionales e influye en las decisiones y hasta en las costumbres y códigos morales.
Necesitamos de personas convencidas de sus actos, que sean valientes, dispuestas a obrar bien, que prediquen con el ejemplo.
POR JAVIER AGUSTÍN