SANTO DOMINGO. – Su vocación de ayudar a los demás motivaron a la hoy maestra jubilada Goyita Álvarez Arias a estudiar magisterio, labor que desempeñó durante 36 años ininterrumpidos en el sistema educativo oficial.
Comenzó a ejercer la docencia en1981, en la Escuela Cañada Andrés, en San Cristóbal. Sin embargo, sus inicios en el magisterio no fueron muy halagüeños, porque para llegar a ese centro educativo tenía que cruzar tres arroyos.
La escuela estaba ubicada en una comunidad rural muy pobre y para hacer la travesía utilizaba un burro que la llevaba hasta el lugar, recuerda la maestra, entrevistada mientras recibía el beneficio del Plan de Retiro Complementario a través del Instituto Nacional de Bienestar Magisterial (INABIMA).
Esas dificultades, empero, no le quitaron el espíritu de enseñar y de crecer como profesional, al contrario, dice que se entregó por completo a esa labor.
En la Escuela Cañada Andrés fue maestra de multigrado, es decir, impartía todos los cursos. Rememora que en la mañana trabajaba con primero, segundo y tercero; y en la tarde con cuarto y quinto del nivel básico. Era la maestra satélite, porque era la única en ese plantel, donde, además, fungía como directora, coordinadora y psicóloga. En esa escuela permaneció por tres años.
Expresa que esa experiencia la marcó, y piensa que ese ha sido su apostolado, porque en esa zona había adolecentes de hasta 15 años que nunca habían recibido el pan la enseñanza y ella pudo alfabetizarlos y llevarlos hasta quinto grado. Dice fue un gran reto, y a la vez una gran victoria.
Confiesa que su deseo era ser abogada, sin embargo, se fue enamorando del magisterio y descubrió que su verdadera vocación era la enseñanza. “Trabajar con niños de esa localidad me marcó para toda la vida y vi una oportunidad para contribuir con el bienestar del país”.
Cuenta también que el destino contribuyó a que se inclinara a estudiar magisterio, y es que, a los 17 años, lamentablemente perdió a su padre, quien era el proveedor del hogar, y como no tenía quien le pagara la universidad, comenzó a estudiar Educación, porque era una de las carreras más económicas.
Ella, al igual que muchos maestros retirados de las aulas, asegura que después que muera, si vuelve a nacer, escogería el magisterio y el sector público, porque es donde hay que darlo todo.
Goyita trabajó también en la escuela Najayo, en 1984; en la escuela de Madre Vieja en 1986, y en 1989 pasó a la escuela Juan Pablo Pina, todas en San Cristóbal. En esos centros era profesora de alfabetización de primer grado.
En 1989 también ingresó como maestra de Lengua Española de quinto grado, en el Instituto Politécnico Loyola. Por su gran labor en ese último centro, el Ministerio de Educación le entregó el premio a la Mejor Maestra en Pruebas Nacionales en 1991, por las altas calificaciones que obtuvieron sus alumnos en esa asignatura.
La maestra Goyita es madre de tres hijos, pero dice ser también madre de miles de egresados de las diferentes escuelas donde impartió docencia. Se define como una amante de la educación y de la formación de calidad.
Manifiesta que se siente muy agradecida del Ministerio de Educación, ya que esa institución le abrió las puertas para su formación y especialización. Cuenta con un Postgrado en Lingüística Aplicada y Maestría en Gestión Universitaria.
Maestra de maestros
Pese a que fue jubilada en 2017, mediante el Decreto 279-17 del sistema educativo público, sigue activa, y actualmente continúa en el Instituto Politécnico Loyola como directora de formación docente, y de formación superior en el área de Lengua Española, labor que valora como muy positiva.
“Formar maestros me permite sembrar en ellos lo que es la calidad, ya que soy maestra de maestros, y con mis alumnos siempre doy el máximo, trabajo en ellos para que hagan discernimiento sobre lo que deben aportar”, expresa.
Desde 2004 es profesora de Lengua Española en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), donde además se ha desempeñado como docente en el área de maestrías y posgrados.
También trabaja en proyectos con el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (Inafocam), con el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (Isfodosu) y coordina la formación docente de la licenciatura Loyola-Isfodosu.
Jubilada, pero no retirada
Relata que se sintió triste cuando la jubilaron, y es que a pesar de que tenía los años en servicio para estarlo, sentía que no era su tiempo, que aún podía seguir enseñando en el sector oficial.
“Yo estudio y me mantengo actualizada, mi última maestría la terminé en Intec en 2010, pero después de eso he impartido clases para postgrados y diplomados, por ejemplo, yo he diseñado varios diplomados para el Inafocam”, comenta.
La jubilación, dice, le llegó sin darse cuenta, sin embargo, se ha acostumbrado. “Ese tiempo de descanso es necesario, ahora dedico más tiempo para mí…a caminar, hacer ejercicios, a compartir con mi familia, viajar, ir a la iglesia, hacer vida social…en este tiempo aprendí a ser más afectiva”, indica.
“Le doy gracias a Dios y al Ministerio de Educación que me permitió educar unos hijos con valores”. Y es que los tres son profesionales en el área de la ingeniería.
“Ahora me doy cuenta que es bonito estar jubilado, porque no quiere decir que se te acabó la vida. Ahora voy a estudiar inglés, y a desarrollar otras habilidades como el dibujo”, comenta.
“Yo no estoy jubilada de la vida, yo estoy jubilada de 36 años que le di al sistema educativo dominicano, de mis años que aporté al sistema, de 36 años de dar calidad, de trabajar en el proceso enseñanza-aprendizaje, 36 años de ser vanguardista de la educación, 36 años de servirle a mi país, 36 años de amar mi país, 36 años de amar la Educación”, manifiesta.
En este mes recibió los fondos del Plan de Retiro Complementario, dinero que utilizará para cambiar su vehículo.
Mensaje a los jubilados
“Que hagan dieta, que se mantengan bonitos, que hagan cursos, que hagan encuentros con personas, que hagan reuniones, nosotros podemos seguir aportando, nosotros podemos, si queremos tener una salita de tarea en la casa, pero que hagan algo”.
“Debemos dar gracias a Dios, no es lo que la gente dice que el maestro sale enfermo, no estamos enfermos, ahora es que estamos sanos, porque ahora es que hay vida”.