El Papa Francisco destacó cómo la Iglesia se convirtió en un refugio para los judíos romanos perseguidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Lo hizo mediante un mensaje que el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, leyó este lunes 3 de febrero en el Teatro de la Ópera de Roma con motivo de la celebración del 150 aniversario de la declaración de Roma como capital de la Italia reunificada.
El Santo Padre, que es Obispo de Roma, señaló que “la proclamación de Roma Capital fue un evento providencial que, entonces, suscitó polémicas y problemas. Pero cambió Roma, Italia y la misma Iglesia: se iniciaba una nueva historia”.
La proclamación de Roma como capital del entonces Reino de Italia se produjo en el año 1970, después de que las tropas del nuevo Estado italiano, creado alrededor de la figura del rey saboyano Víctor Manuel II, conquistó la ciudad el 20 de septiembre y obligaran al Papa Pío IX a recluirse en el Palacio Apostólico del Vaticano.
Habría que esperar a los Pactos Lateranenses, firmados en 1929, para que el Papa y el Estado italiano alcanzaran la reconciliación y se garantizara la independencia de la Santa Sede con la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
En su mensaje, Francisco destacó que “en 150 años Roma ha crecido y cambiado mucho”. “La Iglesia, en este devenir, ha compartido las alegrías y los dolores de los romanos”. El Papa quiso destacar tres momentos como ejemplo de “esta rica historia común”.
En primer lugar, citó los nueve meses de ocupación nazi entre 1943 y 1944. “Desde el 16 de octubre de 1943 se desencadenó la terrible caza para deportar a los judíos. Fue la Shoah vivida en Roma. Entonces, la Iglesia fue un espacio de asilo para los perseguidos: cayeron antiguas barreras y dolorosas distancias”.
“De aquellos tiempos difíciles traemos, antes que nada, la lección de la imperecedera fraternidad entre la Iglesia Católica y la Comunidad hebrea”, explicó.
En segundo lugar, recordó “los años del Concilio Vaticano II, de 1962 a 1965, cuando la ciudad acogió a padres conciliares, observadores ecuménicos y muchos más. Roma brilló como espacio universal, católico, ecuménico. Se convirtió en una ciudad universal de diálogo ecuménico e interreligioso, de paz. Se vio entonces cuanto significa la ciudad para la Iglesia y para el mundo entero”.
El tercer momento destacado por el Papa Francisco fue “el congreso sobre los ‘males de Roma’ de febrero de 1974, por voluntad del entonces Cardenal Vicario Ugo Poletti”.
“Por medio de asambleas participadas por el pueblo, nos pusimos en escucha de las expectativas de los pobres y de las periferias. Allí se habló de universalidad, pero en el sentido de inclusión de las periferias. La ciudad debe ser la casa de todos. Es una responsabilidad hoy también: las periferias actuales están marcadas por mucha miseria, habitadas por grandes soledades y pobreza”.
El Papa Francisco concluyó su mensaje afirmando que “Roma es un gran recurso de la humanidad”. “Roma puede y debe renovarse en el doble sentido de la apertura al mundo y de la inclusión de todos”. “Roma tendrá un futuro su compartimos la visión de ciudad fraterna, inclusiva, abierta al mundo”.