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Estados Unidos se despertó el miércoles sin un ganador en las elecciones presidenciales. Y eso está bien.
Los estados en disputa clave, entre los que están Michigan, Wisconsin y Pensilvania, seguían sin tener un ganador claro, lo que deja al presidente, Donald Trump, y al aspirante demócrata, Joe Biden, sin los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar la Casa Blanca.
Esto no es necesariamente una sorpresa. En un año en que todo se ha trastocado por la pandemia del coronavirus, muchos estados facilitaron el voto por correo, y millones de estadounidenses optaron por este método en lugar de aventurarse a depositar su boleta en persona. Esto derivó en una ralentización en el cómputo de los resultados porque los votos recibidos por correo suelen tardar más en procesarse que los presenciales.
Y cuánto más estrecho es el margen en un estado, más votos se necesitan para que The Associated Press declare un ganador.
Además, unos 20 estados permiten contabilizar los votos por correo recibidos después de la jornada electoral siempre y cuando tengan el matasellos del día de los comicios. Entre ellos está Pensilvania, una de las regiones clave.
Algunos estados, incluyendo Florida, comenzaron a contar los votos en ausencia antes del martes y presentaron resultados definitivos horas después del cierre de los centros electorales. La AP declaró a Trump ganador en Florida.
La abundancia de votos en ausencia también ha sembrado dudas sobre las normas históricas que los rigen, lo que hace que sea más difícil determinar el arco de la carrera, aunque una lectura política clara es que el país sigue dividido casi al 50% entre republicanos y demócratas.
Nada de esto significa que haya algo erróneo en los resultados ni razón alguna para dudar del proceso de conteo de votos. Solo supone que el país no sabe, por el momento, el nombre del ganador de las elecciones presidenciales.
Y todavía se desconoce cuándo se sabrá el nombre del próximo inquilino de la Casa Blanca.
La demora no es un signo positivo para un bando o el otro, aunque haya provocado reacciones radicalmente distintas en cada uno.
Biden salió a un escenario al aire libre en Delaware poco antes de la 01:00 de la madrugada del miércoles y dijo que el país necesitaba más tiempo para determinar quien será su próximo presidente, añadiendo que “Su paciencia es encomiable”.
“Sabemos que por el voto anticipado sin precedentes, el voto por correo, esto iba a tomar un tiempo', dijo Biden. “Vamos a tener que ser pacientes hasta que termine el arduo trabajo del conteo de los votos, y no terminará hasta que se hayan contado todos'.
Trump pasó meses criticando la expansión del voto por correo y sugiriendo, sin evidencia alguna, que esto podría provocar un fraude masivo, mientras imploraba con igual fervor que los comicios deberían arrojar un resultado en la misma noche del cierre de los centros electorales. En la madrugada del miércoles, afirmó ante una multitud de fervorosos simpatizantes en la Casa Blanca que desafiaría los resultados de los comicios ante la Corte Suprema, aunque no estuvo claro qué tipo de recurso legal propone exactamente.
Esto provocó la respuesta de la directora de campaña de Biden, Jen O’Malley Dillion, quien en un comunicado afirmó que “Si el presidente cumple su amenaza de recurrir a la corte para evitar el cómputo adecuado de los votos, tenemos equipos legales listos para desplegarse para resistir a ese esfuerzo. Y prevalecerán'.
Normalmente, el conteo de los votos sigue tras el día de las elecciones, y son los estados quienes fijan en gran medida las normas que determinan cuándo debe finalizar.
Estados Unidos ya ha tenido otras carreras presidenciales sin un ganador inmediato antes. En 2000, un fallo de la Corte Suprema del 12 de diciembre — dos meses y cinco días después de los comicios — dio por finalizado el reconteo en Florida y otorgó la presidencia al republicano George W. Bush en lugar de al demócrata Al Gore.
En esta ocasión, medios de comunicación, incluyendo The Associated Press y otros, advirtieron con frecuencia que podría producirse una demora en la resolución de las elecciones, sugiriendo que la resolución de unos comicios con una campaña tan convulsa podría no ser sencilla.