"contemplarse a uno mismo e ignorar a los demás", e hizo un llamado a romper con esa dinámica destructiva: "¡Rompan el espejo! ¡No se miren en el espejo, porque el espejo engaña!".
En una audiencia que concedió en el Aula Pablo VI del Vaticano a miembros de la Comunidad Católica Shalom, el Santo Padre se dirigió a los jóvenes y los invitó a dejar de centrarse en uno mismo e ir hacia fuera, "hacia la alegría de vivir por Dios y para Dios".
En respuesta a Justine, una joven de 25 años que recibió el Bautismo durante el Jubileo de la Misericordia y que contó su testimonio junto a otros 2 jóvenes, Francisco señaló que el egoísmo que promueve la cultura de hoy es la principal fuente de tristeza, una tristeza que tiene su origen en la "autorreferencialidad", que consiste en "vivir en uno mismo".
En este sentido, advirtió que "un joven que se mete en sí mismo, que vive solamente para sí mismo, termina, 'empachado' de autorreferencialidad. Es decir, lleno de autorreferencialidad".
A continuación, el Papa advirtió del narcisismo, alertó sobre "ese estar contemplándose a sí mismo e ignorar a los demás. El narcisismo te produce tristeza, porque vivís preocupado de maquillarte el alma todos los días, de aparecer mejor de los que sos, de contemplarte a ver si tenés una belleza mejor que los demás".
"Es la enfermedad del espejo", insistió, e invitó a "romper el espejo que engaña". Por el contrario, "miren afuera, miren a los demás. Y si un día quieren mirarse en el espejo, les doy un consejo: mírense al espejo para reírse de sí mismo. Hagan la prueba, se les va a refrescar el alma. Saber reírse de uno mismo, eso nos da alegría y nos salva de la tentación del narcisismo".