La historia de la humanidad registra incontables y sorprendentes episodios protagonizados por individuos que, mostrando la voluntad que poseen a la hora de emprender o realizar algo, han alcanzado logros extraordinarios.
Decía el científico Albert Einstein: "Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la fuerza atómica; ella es la voluntad".
La voluntad provoca inspiración, sostiene la perspectiva y prueba una capacidad excepcional para la gestión de iniciativas. Ella apoya los procesos de aprendizaje, entrenamientos, determinación y nos ayuda a reinventarnos.
La voluntad en un primer momento es elegir y comienza con el deseo sostenido por un anhelo que ha de guiar nuestra motivación. Como afirmaba Mahatma Gandhi, "la fuerza
no proviene de la capacidad física, sino de una voluntad indomable".
Y es que la voluntad nos lleva a apostar al éxito de cualquier proyecto o acción que con ilusión emprendemos, y nos ayuda a sostenernos con esfuerzo disciplina y paciencia, siendo nuestra meta el estímulo para la acción y la voluntad el amor para no dar marcha atrás.
Recordemos que será siempre muy necesario tener bien claro y definido lo que se quiere y hacia dónde se pretende llegar, porque la voluntad debe ir acuñada a nuestros objetivos.
Para reconocer el accionar de nuestra fuerza de voluntad es imprescindible que nos cuestionemos sobre:
1.- ¿Vale la pena el esfuerzo que estoy realizando?
2.- ¿Qué me aportará a final en lo personal o a los demás?
3.- ¿Estoy ilusionado y esa ilusión es lo suficientemente fuerte?
4.- Partiendo de mis limitaciones, ¿qué tan fuertes son mis potencialidades?
Si algo no debemos olvidar es que el poder de la voluntad ayuda en cualquier cosa que nos propongamos hacer, por eso ejercitémosla con firmeza, ayudándola como parte de la construcción de nuestra identidad, y hasta nosotros mismos quedaremos sorprendidos por los logros obtenidos.
Por Javier Agustín