Solidaridad, es el sentimiento que define la labor que desde 2010 realiza un grupo de médicos agrupados en el Programa de Recuperación Infantil para Niños Desnutridos de Escasos Recursos, que funciona en el hospital "Juan Pablo Pina" de la ciudad de San Cristóbal.
La doctora, Arisleyda Lorenzo, coordinadora del proyecto, relata que este surge por la inquietud de los residentes de la especialidad de Medicina Familiar y pediatras al servicio del área, que observaban cómo los niños llegaban en muy mal estado. Eran ingresados, algunos morían y otros necesitaban de un segundo internamiento.
Su estado nutricional no les permitía recuperarse, al ser cuestionados por los médicos, los padres alegaban falta de recursos económicos para adquirir medicamentos y alimentos. La principal característica común entre los infantes es que no superaban los 5 años de edad.
Los galenos María Ortiz, Marisela Mesa y Jorge Jímenez, responsables del seguimiento a los médicos que se formaban en la especialidad, les dieron el permiso para crear un pequeño programa de seguimiento, cuyo objetivo era recuperar su estado nutricional. El proyecto se inició con 10 niños y hasta la fecha han recuperado más de 3,000, actualmente el programa da seguimiento a 203 infantes. El 60% por ciento de los pequeños son de los barrios periféricos del municipio, Villa Fundación, Jeringa, Las Flores, Piscina, 5 de Abril, Zona Verde, Moscú; también de Sabana Toro, Villa Progreso y de los municipios Haina, Yaguate y el distrito municipal de Hato Damas.
El proyecto capta los niños necesitados del programa en tres momentos:
1) Cuando van por diarrea, fiebre, vómitos o una infección respiratoria y el pediatra que los chequea observa que están por debajo del peso que les corresponde. Ante el requerimiento del médico por el mal estado en que se encuentran, los tutores señalan que no tienen recursos para alimentarlos. Muchos no tienen padres y viven con tías, abuelos, padrinos y hasta con vecinos.
2) En el servicio de emergencias.
3) En la Unidad de Atención Primaria (UNAP), del sector en que residen.
Todo menor de 5 años debe ser evaluado por su peso y su talla, además de una valoración acerca del estado nutricional, sin embargo, los que más llegan en estas circunstancias son los que se encuentran ingresados en el hospital "Pina". Ante esta situación se crea el programa Alimentación Complementaria, con charlas diseñadas por los miembros del equipo nutricional para entrenar a los adultos en la preparación de las comidas con los ingresos que perciben, para cuando retornen a sus hogares no se produzca una recaída. Este plan es seguido por la UNAP del sector de residencia.
La doctora Lorenzo explica que el éxito de la iniciativa descansa en que los responsables de los infantes cambien los hábitos alimenticios que agreden la salud del niño, como el consumo de sodas y snacks que no llevan nutrientes a su organismo, y en cambio les proporcionen frutas y vegetales de temporada que, por su abundancia, pueden ser adquiridos a precios más bajos; además aprenden a prepararles mangú, puré, papillas entre otros.
Signos de desnutrición
Este proceso tiene diferentes grados. Los afectados presentan talla y peso bajos para su edad, así como varios niveles de complejidad que van desde leve, moderada y finalmente caen en un estado severo, con unas variables que reciben el nombre de marasmos o mixtas. Estos pacientes están en riesgo de fallecer por otra enfermedad. Un niño desnutrido es apático, triste, con cabello reseco, piel pálida y edemas en los pies.
Padrinos, madrinas. Ayudar al que te necesita
“Abrirás tu mano a tu hermano” (Dt 15,11), nos manda Jesús, y este mensaje es cumplido por un grupo de ciudadanos que, sin divulgar su buena acción, se han convertido en soporte de cientos de niños de esta provincia.
Los primeros en realizar esta noble acción son los pediatras del Pina, quienes donan toda la leche que los laboratorios les regalan en sus consultas privadas, otros les hacen cada mes una compra de alimentos previamente supervisados por miembros del programa de desnutrición. Los promotores que están en las UNAP deben vigilar que los niños dentro programa consuman los alimentos requeridos.
No se acepta dinero, cada mes los padrinos y madrinas envían sus aportes hasta el área de trabajo de la doctora Arisleyda Lorenzo, de ahí se despachan hacia los distintos barrios donde viven los pequeños.
Los promotores y los médicos vigilan el proceso con visitas domiciliarias. Se observa que ya muchas madres al llevar a los niños a la consulta de seguimiento llevan en sus bultos jugos y comidas preparadas, muestra del cambio en la alimentación que se va adoptando, dice con rostro de alegría la doctora Lorenzo.
Los padrinos ven el progreso de los niños con fotos que permanentemente se les envían. Actualmente solo hay 22 colaboradores, con la esperanza de que más personas bondadosas se enteren y ayuden en esta hermosa labor.
Entre el equipo de médicos que contribuyen en el seguimiento están las psicólogas Alcántara y Montás; los pediatras Nina, Dionicio, Santos y Garabito, además 2 odontólogas del "Juan Pablo Pina".