Con el apoyo del líder de la reciente revolución cubana, Fidel Castro, un grupo de expedicionarios llegó al país hace 60 años acompañados por Enrique Jiménez Moya con la firme decisión de desaparecer de una vez y por todas las oprobiosas dictaduras de Rafael Leónidas Trujillo Molina, o morir en el intento por la libertad del pueblo dominicano.
“Pueblo dominicano: la hora de la liberación ha llegado. El despertar democrático de América, en auge creciente e incontenible, alcanza nuestra Patria. Después de haber barrido con las tiranías de Rojas Pinilla, de Perón, de Pérez Jiménez, de Fulgencio Batista y otras que se tambalean en el umbral de la derrota, el Ejército de Liberación Dominicana; pelea ya, con decisión inquebrantable, en nuestros llanos y montañas, dispuesto está en destruir para siempre el yugo de la opresión y la barbarie”, fueron las palabras contenidas en el manifiesto de Jiménez Moya.
El otro frente
Seis días después, el 20 de junio, desembarcaron por Maimón y Estero Hondo, en la provincia Puerto Plata, los integrantes del segundo grupo de expedicionarios de la gesta.
Este grupo de 144 expedicionarios, encabezados por los comandantes José Horacio Rodríguez y José Antonio Campos Navarro, llegaron luego de incontables dificultades en las lanchas Carmen Elsa y La Tinima, que habían zarpado de la bahía de Nipe, Cuba. Sin embargo, ya los calieses del dictador Truijllo estaban enterados de los planes de ese segundo desembarco y la Marina de Guerra los estaba esperando en la costa para reprimirlos.
Fracaso
Ambas operaciones, tanto la del 14 de junio como la del 20, fracasaron en el intento de derrocar al tirano.
Posteriormente los arrestados fueron llevados a la Base Aérea de San Isidro, donde Ramfis Trujillo, hijo del dictador, dispuso de las más infames y demoledoras torturas en contra de ellos. Finalmente, los expedicionarios, ya convertidos en despojos humanos, fueron fusilados y echados en fosas comunes.