Lamentablemente, Haití no sale de una, como popularmente se dice; los daños causados por el reciente terremoto de 7,2 grados que la afectó, ha enterrado más a sus habitantes en la pobreza y el caos. Según datos de la Dirección de Protección Civil haitiana, más de
2 200 personas han muerto, con poco más de 12 000 heridos, aunque se cree que los números aumenten conforme avancen las labores de búsqueda.
Con los estragos sufridos por este fenómeno natural, el 40% de la población de los departamentos más afectados están necesitando ayuda con carácter urgente, ante esto, la comunidad internacional ha respondido oportunamente enviando contenedores de alimentos, medicamentos y materiales diversos. La República Dominicana no se ha quedado atrás y ha sido uno de los países que más ha enviado ayudas compuestas por miles de raciones alimentarias y medicinas, sillas de ruedas, kits de sutura, algodón, etc.
Pero hay una pregunta que surge con esta dramática situación haitiana, ¿cuál será el uso que se le dará a las contribuciones enviadas y a las que pronto llegarán?, ya que tenemos el precedente de lo ocurrido con el terremoto de 2010, en que se habla llegó a esa media isla más de 10 000 millones de dólares para su auxilio y recuperación, sin embargo, hay serios cuestionamientos sobre qué ocurrió con esos recursos.
En una ocasión, el entonces presidente de Haití, Jovenel Moise, cuando asumió su gobierno, dijo que él desconocía el uso dado a las ayudas tras el sismo de 2010, además, sectores haitianos denunciaron que una buena parte de esos recursos se invirtió en "obras sobrevaluadas", en pago de nóminas, burocracia y corrupción interna.
Hoy más que nunca Haití necesita que lo que pueda entrar a esa nación, tan golpeada por los fenómenos naturales, se use con honestidad y pulcritud, por tanto, de las autoridades temporales que están en el poder tras el asesinato de Moise, y de las que deben ser electas, se espera que manejen esto de forma adecuada, no repitiendo errores del pasado.
La comunidad internacional debe interesarse en este tema y, obviamente, convertirse en verdaderos veedores para que los dineros destinados a la recuperación haitiana no queden en manos deshonestas, y que se invierta correctamente lo que llegue en auxilio humanitario para la construcción de obras sociales, educación, salud, seguridad, orden, y la reestructuración democrático-social de ese país.
Por Alexander Vallejo.