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ILUSTRACIONES ÚNICAS DE MARCIAL BÁEZ SE PRESENTAN EN EL IPL

Por Ramón Mesa

Palabras dictadas por el autor durante la presentación de la muestra Ilustraciones Únicas” del artista y profesor Marcial Báez en el Instituto Politécnico Loyola*.

Me honra sobremanera presentar este texto en el acto inaugural de la exposición del artista Marcial Báez.

La ilustración o representación gráfica de personajes literarios es una larga tradición del arte universal. Podría afirmarse que el ilustrador más emblemático de la literatura clásica fue Gustav Doré (1832-1883), el artista francés que creó las imágenes más icónicas de El Quijote, la Biblia y la Divina Comedia. En nuestro país, pintores como Colson, Gausachs, Bidó, Oviedo y Dionisio Blanco, entre otros, han incursionado en este mágico arte de darle forma gráfica al pensamiento poético y ficcional de nuestros escritores. 

En la actualidad abundan los ilustradores de textos infantiles, y muy especialmente, una marcada tendencia a la creación de personajes para el comic y otras modalidades que se apoyan en técnicas y herramientas digitales. 

La obra acometida por el artista de la plástica Marcial Báez en el campo de la ilustración, es rica y enriquecedora; diversa en su contenido, en su forma y semántica. Marcial representa, a través de una dibujística de trazos lúdicos, las emociones psicológicas de diversos personajes literarios, captando la atmósfera de las historias y escenas con gran elocuencia; son imágenes que traducen, con un lenguaje simbólico, el sentimiento y el pensamiento de los autores que aborda. 

En la muestra que hoy nos convoca, titulada “Ilustraciones Únicas”, Marcial hace una re-creación de sus interpretaciones de obras literarias de autores locales y nacionales, creadas durante un dilatado ejercicio de más de 30 años. Nuevos soportes, nuevas técnicas y materiales, revitalizan las obras, sin que pierdan su esencia de ilustración, en una suerte de plasticidad que nos conmina a disfrutar cada espacio de esta Galería de Arte “Vela Zanetti”, en ocasión de la celebración del 70 Aniversario del Instituto Politécnico Loyola. Por eso en San Cristóbal el arte y la cultura están de júbilo.

Y es el júbilo, precisamente, una expresión del alma que nos embarga en cada exposición de este polifacético creador sancristobalense nacido en 1953; pintor, dibujante, diseñador, fotógrafo, poeta, periodista y psicólogo graduado Magna Cum Laude por la Universidad del Caribe (UNICARIBE), con maestría en Sexualidad Humana y Terapia de Pareja en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde también estudió Arquitectura.

Pero hay más, en esta misma casa de altos estudios Marcial tuvo la feliz oportunidad de estudiar Dibujo y Modelado con maestros de la talla de José Rotellini, Domingo Liz y Ada Balcácer. De igual forma cursó estudios de dibujo, pintura, escultura, anatomía artística y fotografía, teniendo de profesores nada más y nada menos que a Amable Sterling, Cuquito Peña, Antonio Rodríguez, Joaquín Mordán Ciprían, Norberto Santana y Luis José Pimentel.  

Actualmente Marcial es profesor de la cátedra de Humanidades en el Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL). En su haber, cuenta con más de una veintena de exposiciones individuales, entre ellas tres en España. Su activismo y productividad creativa se verifican en las más de 50 exposiciones colectivas en las que ha participado, tanto en el país como en el extranjero, desde finales de la década del 70. El escrutinio sobre sus creaciones se puede corroborar en tres versiones del Concurso de Arte “Eduardo León Jimenes”, en donde han sido seleccionados sus dibujos, amén de su escogencia en el Segundo Salón Nacional de Dibujo (1981), en el Concurso Duarte Visual (1992), en el Tercer Salón Nacional de Dibujo (1993), en la XIX Bienal Nacional de Artes Visuales (1994), y en el IV Salón de Dibujo de Santo Domingo (1995), eventos todos organizados por el Museo de Arte Moderno y la Galería de Arte Arawak en Santo Domingo.

Mirando detenidamente su vitae como dibujante, los críticos concordarán conmigo en que la estética de las ilustraciones de Marcial Báez alcanza altos niveles de plasticidad y comunicación gráfica. Es más, si algo resalta a la vista, en cada obra de este demiurgo del arte y la cultura, es, precisamente, su incuestionable dominio en las secuencias, el ritmo, color y movimiento, conseguidos con su particular estilo de “puntadas largas”. 

Este original recurso técnico otorga a las obras de Marcial una fuerza reveladora de la certeza en la utilización de los medios gráficos. Quiero decir, que la semántica que evocan sus trazos en secuencias, sus collages y otras técnicas empleadas en el abordaje de cada pieza, raya en el lirismo. 

Pero hay que decir también —a riesgo de entrar muy hondo en el terreno de la subjetividad— que su dibujística, fresca y espontánea, lo convierte en un verdadero poeta de la imagen y la palabra. Y es que, en Marcial, cada ilustración va más allá del objetivo interpretativo; cada obra es caudal de gestualidad y movimiento de la tinta sobre el papel; evocación poética de un texto literario transformado en imágenes gráficas. Entonces se desvela ante el espectador un discurso pletórico de sensibilidad. He ahí el arte de ilustrar: transmitir las emociones percibidas en lo literario. 

En su papel de augur, Marcial se acerca a la obra literaria para abrevar en su esencia, permitiéndole revelar, con su singular condición de creador holístico, la intención del escritor.  

Uno de los autores que dimensionó su obra literaria gracias a la capacidad interpretativa-gráfica de este artista, fue Diógenes Valdez (1941-2014), nuestro narrador por excelencia, cuya literatura ha sido explorada ampliamente por Marcial, reinterpretando de manera certera su pensamiento y visión creadora. Durante la larga y prolífera carrera literaria del Premio Nacional de Literatura Diógenes Valdez,  Marcial permaneció a su lado como fiel traductor gráfico de sus textos, ilustrando un total de seis libros, ya fuera en sus portadas o en sus textos interiores, a saber: “La telaraña” (novel, 1980); “Todo puede suceder un día” (cuento, 1984); “Los tiempos revocables” (novela, 1984); “Tartufo y las orquídeas” (novela, 1999); “Huellas en la arena mojada” (novela, 2002); e “Historia de un muñeco que quería ser un niño” (cuento infantil, 2011). 

Otros escritores cuyas obras han sido objeto de inspiración para Marcial Báez, son: Sócrates Barinas Coiscou (2016-2020) con su “Ocaso y viaje hacia ti o metafísica sentimental” (poesía, 2002); “Cuentos que no son cuentos” (cuento, 2005); y “Un país llamado nostalgia” (2010).  También, Ligia Minaya (1941-2018) con “Mujeres de vida alegre” (cuento, 2009) y “Si cayese la ausencia” (narrativa, 2011). Además, forman parte del catálogo de realizaciones de Marcial, los escritores Blanca Kais Barinas, Alberto Despradel, Orlando Alcántara, Monseñor Freddy Bretón, Rafael Nina, José Peguero y Domingo Peña Nina, entre otros. 

Esta fascinante trayectoria recreativa del diálogo entre la imagen y la palabra, traza las pautas que habrán de guiar a los lectores en el mundo sensible del autor y el texto literario que se aborda. De manera que, desde mi personal punto de vista, se trata de poner al servicio del lector la sensibilidad de un artista con dominio de ambos mundos y sus fronteras: la literatura y la pintura.

Es, en definitiva, Marcial Báez, el artista más completo que ha tenido la historia de las artes y la cultura en la provincia San Cristóbal, y uno de los más prolíficos del país. 

23 de noviembre de 2022

Sabana Toro, San Cristóbal, R.D.

* Tomado del perfil de Facebook del autor.  

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