ECONÓMICAS

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Breves Apuntes históricos y conceptuales sobre el Carnaval Popular de San Cristóbal

El Carnaval Popular de San Cristobal, como tal, inició en febrero de 1979, tras la apertura democrática ocurrida en el país con la derrota electoral del Dr. Balaguer y el Partido Reformista en 1978.

Hasta mediados de la década de los 60, el carnaval era una celebracion espontánea practicada de forma extendida por toda la sociedad como una manifestación de la cultura dominicana. 

Con el ascenso al poder del Dr. Balaguer en 1966, luego de la guerra de abril de 1965, todas las manifestaciones culturales carnavalescas fueron prohibidas, dado que el Gobierno las veía como un riesgo a su estabilidad. Fue la época de los conocidos 12 años de Gobierno del Dr. Joaquín Balaguer. 

El carnaval implicaba el uso de máscaras, disfraces, tinte de piel (sobre todo en el rostro), etc., lo que las autoridades consideraban como una oportunidad para que determinados sectores políticos adversos se escudaran en ello para realizar actos de protesta.

Desde el momento de tal prohibición las élites sociales dominicanas, y particularmente la de San Cristóbal, asumieron como propio el carnaval, institucionalizándolo dentro de sus celebraciones anuales.

En San Cristóbal, esa apropiación se concretó en el Club Casino, el cual aglutinaba a la élite local, integrada en su mayoría por familias cobijadas directamente bajo la sombrilla de los beneficios gubernamentales heredados de los 31 años de dictadura. La población en general, tenía que conformarse con observar desde lejos la festividad de carnaval, desarrollada en febrero en dicha entidad social. Era necesario ser socio del Club Casino para participar del carnaval. Los no socios debían ser invitados por un asociado y además, en ocasiones, era imprescindible pagar una entrada.

Durante los denominados “12 años” (de 1966 a 1978), en San Cristobal se desarrolló una intensa y extensa actividad cultural. Surgieron grupos practicantes de diversas manifestaciones artísticas: poesía, teatro, conjuntos corales, artes plásticas, canto, intérpretes de la música y la danza popular y folkórica, etc. 

A finales de 1978, ya con un nuevo Gobierno en la conducción del Estado que dio muestras de apertura democrática, varios grupos culturales se reúnen y toman la decisión de realizar un carnaval con características distintas al que se realizaba en el Club Casino. Se determina hacer una celebracion del carnaval el 27 de Febrero de 1979 y se decide denominarlo como “Carnaval Popular de San Cristobal”, en contraposición al carnaval de las élites sociales locales. Es así como surge nuestro CarnavalPopular.

Los grupos artísticos a los que nos referimos fueron los siguientes: Grupo Teatral “La Rueda”, bajo la dirección de Jorge Guigni y Leonardo Díaz; Grupo de Música Folklórica y de Nueva Canción “La Higuera”, bajo la dirección de Nelson Medina (Milito); Grupo Teatral “Los Peregrinos”, bajo la dirección de Jesús María Díaz y David Hernández Martich; Grupo Folklórico “Raíces Negras”, bajo la dirección de Milton Martínez.

El destacado investigador de las manifestaciones culturales, sociólogo y folklorista Dagoberto Tejeda, reconoce que esos grupos culturales “…organizaron el carnaval popular de San Cristobal a partir de una revalorización y una convocatoria donde se reconocía el derecho del pueblo a la alegría, su capacidad creadora protagónica en una dimensión democrática, pedagógica, de identidad y de libertad”. En efecto así fue.

Para identificar al nuevo modelo de carnaval se decide acuñar la consigna siguiente: “Carnaval Popular de San Cristobal, el pueblo a la reconquista de sus tradiciones”. Ciertamente el pueblo reconquistó su tradición carnavalesca. La celebración se erigió inmediatamente en la más masiva festividad cultural de nuestra provincia.

Tres elementos fundamentales caracterizaron el Carnaval Popular de San Cristobal en sus inicios. Primero, la participación era libre, abierta, no había que pagar una cuota como en el Casino; segundo, se sustentaba en la participación de la representación barrial y estudiantil sin distinción alguna; tercero, la premiación no era en dinero, se hacía con donación de libros u otros bienes de interés para los grupos y barrios participantes y, cuarto, las comparsas tenían un profundo contenido de crítica social, lo cual se hacía elegantemente, en función de la creatividad popular, sin caer en el panfletismo que caracterizó la época. Esas cuatro características básicas prendieron en la población inmediatamente, por eso se convirtió en una actividad cultural masiva.

Para lograrlo, el Comité Organizador desarrolló un programa de talleres formativos en barrios y escuelas para pautar el carácter popular del carnaval y estimular la creatividad artística. Se impartieron talleres formativos acerca de cómo hacer una careta, un disfraz, cómo organizar una comparsa, cómo hacer una representación teatral, etc. La lección fue aprendida rápidamente. Surgieron nuevos personajes, nuevas comparsas y nuevos canticos carnavalescos, entre los cuales destacan “Los Pepe Truenos”, “El Toro”, “El Piri y su Culebra”, el “Hombre de los Zancos”, ”Las 21 Divisiones”, entre otros, los que superaron en creatividad a los personajes existentes antes de 1966, tales como “La Muerte en Yipe”, “Se me muere Rebeca”, “Califé”, etc. Solo el personaje de “Wateryen”, encarnado en Julio Heredia de los Santos, sobrevivió a la prohibición del carnaval en los años 60, personaje que en el contexto del carnaval popular, adquirió una dimensión simbólica e identitaria. Wateryen era el carnaval. 

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