Por Julio Pernús
Hay sucesos en las historias de los pueblos que su gente desearía rebobinar para evitar todo el sufrimiento tras su llegada. El 14 de agosto de 2023 marcó para siempre a la provincia de San Cristóbal, que vivió una explosión cuyo saldo de víctimas mortales se cuenta en 37, con más de 60 heridos. Esta tragedia afectó profundamente a las familias y a los trabajadores de los centros comerciales cercanos, dejando cicatrices que llevarán tiempo en sanar.
La ironía del destino es que, justo el día posterior a la explosión, el presidente Luis Abinader, junto a autoridades locales y nacionales, estaría dando el primer picazo para una obra de gran importancia municipal. Un proyecto que prometía desarrollo y progreso para la provincia, pero que, en un giro trágico, se vio empañado por este terrible siniestro.
La magnitud de la catástrofe se refleja en las palabras de Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, quien escribió que “la muerte es una visita de Dios, es pasar de los trabajos y miserias al descanso eterno, fin de las miserias temporales y principio de la vida eterna”, ojalá sintamos como pueblo esa presencia misericordiosa del Señor y tratemos de comprender a las familias afectadas.
La recuperación de esta herida social se convierte en una necesidad imperante, y esta pasa por conocer la verdad de lo sucedido. Desde el comienzo hemos temido la “politización” de este infortunio, entiéndase esa frase como un manejo turbio e impreciso de la información. A medida que el tiempo avanza, se aleja la fe en encontrar esa verdad, y el enfoque se aleja de las víctimas y sus familias.
El Centro de Reflexión Montalvo había advertido en un comunicado que este trágico suceso podría convertirse en una oportunidad para el aprovechamiento proselitista. Lamentablemente, la compasión y la humanidad han sido desplazadas en ocasiones por intereses partidistas. En lugar de enfocarse en las víctimas, algunas figuras públicas han utilizado los hechos como un vehículo para su propia promoción en redes sociales, sin mostrar un compromiso real con la situación de quienes sufren.
Ante la falta de una respuesta oficial, el tejido social se organiza para crear una comisión de la verdad, pero la verdad es que el descontrol se ha apoderado de nuestra cotidianidad. San Cristóbal ha sido testigo reciente de un edificio colapsado y de fábricas operando sin permiso en zonas residenciales, lo que destaca la necesidad de una mayor supervisión y regulación.
Sin embargo, las calles, en medio de campañas electivas, están llenas de carteles con rostros que posan riéndose sobre un pueblo que lucha por sobrevivir en medio de una inflación incesante. Los humildes son las principales víctimas de esta explosión y de una rampante realidad nacional traducida en un sueldo que no les alcanza para pensar en una acción más allá de terminar el mes sin ser desalojados.
La historia de San Cristóbal ha sido marcada por martillazos, falta de recursos y negligencia en la prevención, es por ello que, como apuntaba el catedratico y líder social, Freddy García, en el programa radial local "Magis con la comunidad" en el dial 98.3 F.M., es hora de mirar hacia adelante y trabajar unidos en la reconstrucción de la provincia. Dejar de lado las diferencias políticas y aportar en conjunto será crucial para determinar cuándo y cómo San Cristóbal se levantará de esta tragedia y construirá un mejor futuro para todos sus habitantes.