Por Julio Pernús

Coordinador de Radio Magis, emisora de Loyola.

Son las 7:20 de la mañana y voy camino a mi labor profesional en el Politécnico Loyola y el semáforo de la calle Constitución está totalmente apagado, hay dos oficiales del tránsito conocidos como AMET (Autoridad Metropolitana de Transporte) parados en la esquina, conversando, mientras el transporte se vuelve un caos. Están sin estar. Al llegar a la radioemisora y entrar en vivo me preguntan por qué San Cristóbal fue la segunda provincia que más accidentes registró durante la Semana Santa, solo superada por Santo Domingo, me aclaran, la mayoría fueron de motociclistas.

Las instituciones fueron creadas para organizar la experiencia de los ciudadanos que representan. Pero, quién responde ante los semáforos apagados por meses, quizás años, como el que queda en la calle Padre Ángel Arias, esquina Sánchez, cerca del IPL. Por ahí transitan miles de familias cada día, pero la realidad se va diluyendo sin solución y cuando una enfermedad es crónica, el paciente entiende que ya es necesario vivir con ella.

Salgo del trabajo por la esquina de la policía, en el parque y delante de los oficiales se mueven varios motociclistas sin cascos, en ocasiones con cuatro personas a bordo, con una niña de menos de cinco años delante. Saludan a los oficiales, son “amigos”, también algunos AMET salen en sus vehículos motorizados sin cascos, una periodista describe esta realidad como la anarquía del orden. Le pregunté a uno de mis alumnos de la universidad por qué andaba sin casco y me dijo: “profe, la policía no tiene moral para juzgar cuando ellos son los primeros que violan todas las leyes”. Aprovecho la bola que me dará, no llevo casco, la moto se sube a la acera, llegué vivo al lugar, me sumo al caos, vestido de dominicanidad.

En una jungla siempre sobrevive el más fuerte y los demás conductores deben aprender esa cultura, pues si no, pueden pasar horas atascados en una esquina. Llaman a la emisora y me preguntan lo siguiente: “por qué todas las escuelas del municipio ponen la versión más larga del himno con altavoz y crean tapones innecesarios en sus calles aledañas”. Les digo “no sé, creo que al final un desorden más es otra raya para un tránsito invivible”. Debo cerrar el programa y al irme veo a marcas de farmacias locales con deliverys menores de edad que andan sin cascos, de nuevo la pregunta: ¿por qué San Cristóbal?