En la homilía de la Misa celebrada por el Papa Francisco en Casa Santa Marta animó a valorar a quienes nos “acompañan en el camino de la vida” y a hacer de corazón “un acto de memoria, agradecimiento y de pedido de disculpas”.
Con motivo de la jubilación de una de las empleadas que ha trabajado más de 40 años en el Vaticano, el Papa Francisco recordó la importancia de valorar a quienes forman “la gran familia” de quienes “nos acompañan en el camino de la vida por un tiempo”.
Por eso animó a “pensar en tanta gente que nos acompaña en el camino de la vida: vecinos, amigos, compañeros de trabajo, de estudio… nosotros no estamos solos. El Señor nos quiere pueblo, nos quiere en compañía; no nos quiere egoístas: el egoísmo es un pecado”.
Y alentó a pensar en esas personas con “agradecimiento y también como gesto de gratitud a Dios. Gracias, Señor, por no habernos dejado solos. Es verdad, siempre hay problemas, y donde hay gente hay habladurías. Incluso aquí. Se reza y se habla, ambas cosas. Y también, a veces, se peca contra la caridad”.
Por eso, el Papa Francisco animó a hacer un “acto de memoria, de agradecimiento y también de pedido de disculpas” “de corazón” con las personas que nos acompañan en la vida, por una parte de la vida o por toda la vida”.
Y aprovechó la despedida de esta trabajadora del Vaticano, para agradecer a quienes “trabajan aquí en casa, un "gracias" grande, grande, grande. Y a usted, Patrizia, que comiences esta segunda parte de la vida, ¡otros 40 años!”.