Las muertes por el COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus de Wuhan, siguen en aumento y ya suman 1,770 personas en China tras añadirse este domingo 247 fallecidos al recuento oficial.
En contraste, los nuevos casos confirmados en el país asiático emprenden una tendencia a la baja: si bien la Comisión Nacional de Salud china anunció el viernes 5,090 nuevos casos y el sábado 2,641, en el último recuento esta cifra baja a 2,009 personas.
Los casos confirmados hasta la fecha suman 68,500 personas.
No obstante, en las últimas 24 horas se registraron 2.000 nuevos casos calificados como “sospechosos”, y en total son 8,228 casos con esta consideración, según el organismo sanitario.
Otra buena noticia es que 9,419 pacientes han sido dados de alta desde que comenzó la epidemia, cifra que sigue en aumento diario, mientras que se ha realizado seguimiento médico a más de 529,418 personas que han estado en contacto cercano con los infectados, de los cuales 158,764 siguen bajo observación.
Pese a todo, la situación sigue siendo grave en la provincia de Hubei, el epicentro del brote, donde los fallecidos llegan a las 1,596 personas.
Allí se detectaron en las últimas 24 horas 1,843 nuevos casos -cifra también menor a la del día anterior, cuando sumaron 2,420-, lo que eleva a 56,249 el número de casos detectados hasta ahora en dicha provincia.
El nuevo coronavirus está suponiendo todo un desafío para las élites del Partido Comunista Chino (PCCh), que pese a luchar con todos sus recursos por detener el virus, han sido blanco de numerosas críticas por la gestión de esta epidemia.
El rotativo South China Morning Post informa hoy que el presidente chino, Xi Jinping, se reunió con la plana mayor del PCCh para discutir sobre cómo atajar la epidemia dos semanas antes de que las autoridades reconocieran que el virus podía contagiarse entre personas, según un discurso interno difundido este fin de semana.
El documento no aclara si los mandatarios estaban al tanto de la celeridad con la que se producían entonces los contagios, pero una investigación publicada por científicos chinos ya había avisado en diciembre que el virus se transmitía con facilidad.
Xi ordenó de puertas para dentro un plan de contingencia para responder a una crisis que, según el mandatario, no solo podría perjudicar la salud de los ciudadanos, sino también poner en peligro la estabilidad económica y social del país.
Agencias