LA VIDA

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LA IRRUPCIÓN DE LOS POBRES EN EL PROCESO DE DISCERNIMIENTO DE LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA PARA HACER REALIDAD EL REINADO DE DIOS

La tradición judeocristiana ha tenido siempre a los pobres en un lugar central, muy cerca del corazón de Dios. Los evangelios nos revelan la predilección de Jesús de Nazaret por la gente sencilla, los enfermos, los leprosos, los excluidos de la sociedad de su tiempo. La Iglesia ha enseñado siempre que la caridad es una de las tres virtudes teologales, y que una manera importante de vivirla se concretiza en las obras de misericordia. Por mucho tiempo las instituciones de salud y de educación creadas por la Iglesia han estado especialmente al servicio de los pobres. Pero, en todo esto, el pobre ha sido comprendido como el objeto pasivo de nuestra compasión.

Desde finales del siglo XIX, se van sumando factores que asignan un nuevo lugar a los pobres en la reflexión y en la praxis eclesial católica. Ante los abusos del desarrollo industrial con los obreros, la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII inaugura una expresión más explícita de la Doctrina Social de la Iglesia, en la que se insiste en la dignidad de todos los seres humanos. Con el desarrollo de los estudios bíblicos, se redescubre el Reino de Dios como el centro de la Buena Nueva de Jesús. El Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia es el Pueblo de Dios, y nos plantea de nuevo la necesidad de discernir los signos de los tiempos.

La Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe reunida en 1968 en Medellín, Colombia, aplica a la realidad de nuestro continente las enseñanzas del Vaticano II y abre paso a una experiencia eclesial en la que los pobres hacen irrupción como sujetos de su propia historia. El surgimiento de las Comunidades Eclesiales de Base, donde los laicos asumen un papel protagónico en la vida de la Iglesia, le lleva a dar razón de su fe desde la vida de la mayoría de la población de nuestros países que vive en situación de pobreza. Las situaciones vividas por los pobres son iluminadas por la fe católica, que es mayoritaria en este continente.

La Teología de la Liberación surge de esta reflexión, en la cual la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud que vivió en Egipto se convierte en una experiencia modelo para los pobres actuales. La inserción de sacerdotes, religiosas y agentes pastorales laicos en los barrios y condiciones de vida de los pobres lleva a una mayor clarificación en el discernimiento de la invitación que el Señor ha ido haciendo a la Iglesia. La vida de los pobres se convierte en un lugar teológico, es decir, en un espacio humano desde el cual reflexionar sobre nuestra fe. La Conferencia del Episcopado en Puebla de los Ángeles, México, en 1979, oficializa en la Iglesia universal lo que se ha llamado la Opción Preferencial por los Pobres.

Las exhortaciones apostólicas del Papa Francisco, su encíclica Fratelli Tutti y el proceso de escucha que nos conduce al próximo sínodo sobre el carácter sinodal de la Iglesia, siguen sumando experiencias para el discernimiento que la misma hace sobre la irrupción de los pobres en el proceso de hacer realidad el Reinado de Dios en nuestro mundo.

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