La situación del coronavirus en el país sigue siendo preocupante, actualmente el país está entre las naciones del continente americano con más contagios detectados entre su población, sumando ya más de 300 mil casos confirmados, de los cuales permanecen activos poco más de 52 mil, con una positividad diaria que en las últimas semanas ha fluctuado entre el 25 y el 20 por ciento.
Dentro de esa realidad, nos encontramos que San Cristóbal, la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional, se distribuyen el nada deseado pastel de los contagios masivos, así como de las muertes por covid-19.
El gobierno dominicano, a través del gabinete de salud, y del propio mandatario, ha insistido en la necesidad de que la población se vacune, sobre todo que los jóvenes acudan a los puestos de vacunación, ya que precisamente ese sector es el que más resistencia ha ofrecido a inmunizarse.
Las campañas de desinformación en las redes sociales, a través de las famosas ´´Ideas Conspirativas´´, han bombardeado durante meses a usuarios de distintas plataformas, que en su mayoría son jóvenes, por cierto, creando un muro de resistencia a la vacuna. A esto se suma la falsa presunción de que el coronavirus solo podía ser mortal para los envejecientes.
Las autoridades del sector salud, así como directivos del Colegio Médico Dominicano, expresaron que solo cuando una persona se vacuna contra el covid-19 puede contar con los suficientes anticuerpos que le permitan luchar contra el virus, y en caso de contagiarse, sufrir leves síntomas, salvo complicaciones que pueden darse en pacientes con una o más enfermedades complejas.
El llamado es a que los jóvenes y la población en general se vacune, pues precisamente el virus nos está demostrando con casos concretos que no tiene edad ni clase social, por lo que estamos viendo muchas personas menores de 35 años internas en unidades de cuidados intensivos, otras no han corrido con tanta suerte y han fallecido, dejando una estela de dolor en sus familias. Si algo quiere enseñarnos este virus, es que él no discrimina.
Por Alexander Vallejo